EL GALÁN FANTASMA
Pedro Calderón de la Barca
Texto basado en el de la Segunda parte de
Comedias de Don Pedro Calderón de la Barca, Madrid, Por María de Quiñónez,
1637 y cotejado con el de las Obras completas, ed. Ángel Valbuena
Briones, tomo 2, Madrid: Aguilar, 1960. Fue editado en forma electrónica
por David Hildner.
PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA:
·
ASTOLFO, galán
·
CARLOS, galán
·
DUQUE de Sajonia
·
JULIA, dama
·
ENRIQUE, padre de Astolfo y de Laura
·
CANDIL, gracioso
·
LAURA, dama
·
LEONELO, criado del duque
·
OTAVIO, criado del duque
·
PORCIA, criada de Julia
·
LUCRECIA, criada
JORNADA PRIMERA
Salen JULIA y
PORCIA, con mantos, y detrás ASTOLFO
ASTOLFO:
De vuestras señas llamado, [décimas]
de
vuestra voz advertido,
hasta
el campo os he seguido,
ciego,
confuso y turbado.
Sacad,
pues, deste cuidado, 5
señora,
el discurso mío;
si
es por dicha desafío,
y
estamos en buen lugar,
bien
podéis desenvainar
el
garbo, el donaire, el brío, 10
que son las armas que vos
habéis
contra mi desvelo
de
esgrimir en este duelo.
Solos
estamos los dos,
descubríos
ya, por Dios; 15
sepa
quién sois, que no es bien
matar
con ventaja a quien
de
vos se ha fïado hoy.
JULIA: Pues
no dudéis más. . .Yo soy.
Descúbrese JULIA.
ASTOLFO: Julia,
señora, mi bien, 20
¿tú en este traje, tú aquí?
¿Qué
dicha o desdicha es mía?
Que
si una duda tenía
sin
verte, cuando te vi
son
infinitas. ¿Tú así 25
has
salido de tu casa?
El
corazón se me abrasa.
Dime,
por Dios, lo que ha sido.
¿Qué
es esto, qué ha sucedido?
JULIA: Oye,
y sabrás lo que pasa. 30
Astolfo, en quien la fortuna [romance
a-e]
y
el amor vieron iguales,
por
descubrirse uno a otro,
los
gustos y los pesares,
no
la novedad te admire, 35
no
la estrañeza te espante
de
verme, siendo quien soy,
venir
en aqueste traje,
porque,
importando a tu vida
el
verte, ¡ay de mí!, el hablarte, 40
no
hay respeto que no venza,
no
hay decoro que no allane.
Tu
vida, importa tu vida,
que
hoy te vea y hoy te hable;
y
así, pasando al oído 45
la
admiración del semblante,
oye
el peligro en que vives,
aunque
mezcle en un instante
las
desventuras que miras
con
las venturas que sabes. 50
Dos
años ha, Astolfo mío,
que
firme y rendido amante
de
mi hermosura (que quiero
confesarla
en esta parte)
fuiste
de día y de noche 55
la
estatua de mis umbrales,
el
girasol de mis rayos
y
la sombra de mi imagen.
Tantos
ha que agradecida
y
que obligada a las partes, 60
de
lo sutil de tu ingenio,
de
lo galán de tu talle,
de
lo airoso de tu brío,
de
lo ilustre de tu sangre,
respondí
menos ingrata 65
que
debiera aconsejarme
el
decoro de mi amor,
el
respeto de mi padre;
si
bien decoro y respeto
no
pudieron agraviarse 70
de
que torpes sacrificios
sus
sagradas aras manchen,
siendo
yo tu esposa, pues
la
causa de dilatarse
nuestra
boda fue el rigor 75
de
aquellas enemistades
que
a mi padre le costaron
tanto
que, largas edades
enterrado
antes que muerto,
tuvo
su casa por cárcel, 80
adonde
preso murió;
pero
esto en silencio pase,
y
volvamos a enlazar
discursos
de amor; no hallen
digresiones
mis desdichas 85
que
su remedio embaracen.
Agradecida,
en efeto,
de
tus finezas constantes,
cómplice
a la noche hice
de
hurtos de amor agradables 90
y
cómplice hice un jardín;
que
a los dos quise fïarme,
porque
al jardín y a la noche,
que
son el vistoso alarde,
ya
de estrellas, ya de flores, 95
hiciera
mal en negarles
a
las unas lo que influyen
y
a las otras lo que saben.
Viento
en popa nuestro amor,
navegaba
hermosos mares 100
de
rayos y de matices,
quieto
el golfo y manso el aire.
¿Quién
duda, quién, que han de ser
los
celos los huracanes
que
la tormenta despierten, 105
que
la mareta levanten?
El
gran duque Federico
de
Sajonia –que Dios guarde
o
que no le guarde Dios,
si
ha de ser para quitarme 110
mi
media vida en la tuya—
acaso
me vio una tarde
que
al mar a verte salí
–¡barbarismo
de amor grande
salir
a ver y ser vista, 115
pues,
mal gramático, sabe
persona
hacer que padece
de
la persona que hace!–,
viome,
en fin, y desde entonces
firme,
rendido y constante, 120
si
de día me visita,
de
noche ronda mi calle.
Hartos
enojos te cuesta
tu
cuidado vigilante,
mas
como querido, en fe 125
de
mis disculpas, trocaste
tus
celos a mis favores.
No
es mucho si otros galanes,
por
llegar al desenojo,
pasaran
por el desaire. 130
Viendo
el duque que mi pecho
a
los continuos embates
de
lágrimas y suspiros
era
roca de diamante,
pasando
de enamorados 135
a
celosos sus pesares,
averiguó
que te quiero.
No
sé a quién la culpa darle,
a
sus celos o a mi amor,
pues
ellos dos fueron parte 140
a
decirlo; que no hay
amor
ni celos que [c?]allen.
En
fin, sabiendo ¡ay de mí!
que
eras tú, ¡desdicha grande!,
la
ocasión de sus desprecios, 145
la
causa de mis desaires,
para
vengarse de mí,
en
ti pretende vengarse,
matándome
a mí en tu pecho.
¡Oh
duelo de amor cobarde, 150
disponer
que un hombre muera
porque
una mujer agravie!
Poderoso
y ofendido,
¿quién
ignora, quién no sabe
que
es rayo oprimido, que es 155
pólvora
encerrada que hace
en
la mayor resistencia
la
batería más grande.
Los
avisos destos días,
que
tan confuso te traen, 160
diciéndote
que te ausentes,
diciéndote
que te guardes,
suyos
son; pero sabiendo
que
dellos desprecios haces,
esta
misma noche, esta 165
te
esperan para matarte.
Y
así te ruego que no
vayas
a verme ni pases,
cubierto
ni descubierto,
la
esfera de mis umbrales; 170
deja
que por unos días,
sin
que allí puedan toparte,
se
desmienta en la sospecha,
salga
su recelo en balde.
Y
pues que yo vengo así 175
a
persuadirte, a rogarte,
Astolfo,
que no me veas,
esposo,
que no me hables,
menos
harás tú en hacello;
y
pues en extremos tales 180
yo
ruego lo más difícil,
concede
tú lo más fácil.
ASTOLFO: No
sé cómo responder,
que
no sé en acciones tales
si
tengo que agradecerte 185
o
tengo de que quejarme.
De
una venenosa yerba
escriben
los naturales
que
donde hay llaga la cura
y
donde no la hay la hace. 190
Este
mismo efeto, este
quieres
que en mi pecho cause
tu
voz, pues si cuando estoy
herido
de tantos males
suele
curarme el dolor 195
solamente
el escucharte,
hoy
que tuve sano el pecho
le
hieres para que labre
tu
voz agora la herida
que
hubieras curado antes; 200
adonde
hay celos, las curan,
donde
no las hay, las hacen;
y
si quieres darme vida,
no
de darme celos trates,
pues
son piadosos rigores 205
o
rigurosas piedades
darme
tú misma la muerte
porque
otro no me mate.
Dejá[ras]me
morir, Julia,
a
su acero penetrante, 210
no
a tu penetrante voz;
viv[iera]
más el instante
que
hay de tu voz a su acero,
que
no es, no, piedad afable,
porque
su espada no llegue, 215
que
la tuya se adelante;
fuera
de que no remedias
nada
tú en aconsejarme
que
no te v[e]a, supuesto
que
el decirme que no pase 220
de
noche por tus jardines
ni
de día por tu calle
es
decirme que no salga
dellas
un punto, un instante.
¡Vive
Dios!, que he de saber 225
si
el cuidado que te trae
a
que tu casa no vea
y
a que tu jardín no ande
es
porque de tu jardín
y
de tu casa las llaves 230
rendiste
a mayor poder
y
a mayor fuerza entregaste.
Perdona
[des]confïanza,
Julia
mía, tan cobarde,
siendo
quien eres y siendo 235
yo
quien soy, y no te espantes;
que
esto de andar desvalido
lo
augusto, Julia, lo grande
es
bueno para las farsas
españolas,
donde nadie 240
vio
querido al poderoso.
Nada
llega a aventurarse
en
esto, pues o es mentira
o
es verdad dolor tan grave;
si
es mentira, ¿qué aventuras 245
tú
en que yo me desengañe?
Y
si es verdad ¿qué aventuro
yo
en que allí el duque me halle;
pues
el que me diere celos
no
importará que me mate. 250
JULIA: Astolfo,
señor, bien mío,
¡que
desa manera agravies
las
finezas de mi amor!
ASTOLFO: Quererte
no es agraviarte.
JULIA: ¿Quién
te ha dicho que es quererme 255
el
querer aventurarte?
ASTOLFO: Quien
dice que no hay peligro
que
a los celos acobarden.
JULIA: Pues
¿qué viene esta fineza
a
deberte?
ASTOLFO: No
olvidarte. 260
JULIA: Cuanto
más me obligas, más
me
obligas a que te guarde,
y
aquesto has de hacer por mí.
ASTOLFO: Detente,
Julia, y no en balde
tantas
perlas desperdicies 265
y
tanto aljófar derrames,
que
yo quiero obedecerte.
Digo
que saldré esta tarde
de
Sajonia antes que el sol,
que
ya entre pardos celajes 270
se
desvanece en las ondas,
su
dorado coche bañe.
Será
la mayor fineza
volver
la espalda, pues nadie
es
más valiente que aquel 275
que
con celos es cobarde.
¿Quieres
más, Julia?
JULIA: Ni
tanto,
que
no quiero yo que pase
de
estremo a estremo tu amor.
CARLOS (dentro): Echa
por aquesta parte. 280
JULIA: ¡Ay
de mí!, que viene gente
y
no es bien que aquí me hallen.
ASTOLFO: Pues
vete, que yo me quedo
a
que no te siga nadie.
Pero
dime, ¿en qué quedamos? 285
JULIA: En
quererte mis pesares
retirado,
mas no ausente.
Vase JULIA.
ASTOLFO: Habrá
quien nivele y tase
las
acciones de un celoso,
los
discursos de un amante? 290
Salen CARLOS y
CANDIL.
CANDIL: Aquí
está mi señor.
CARLOS: Dadme
los brazos, [silva]
que
de[ e]terna amistad han de ser lazos
que
ciñan nuestros cuellos.
ASTOLFO: Y
el alma y vida en ellos.
CARLOS: Díjome
ese crïado, 295
preguntando
por vos, cómo llamado
de
una tapada fuistes,
y
que tras ella a este lugar salistes;
y
como receloso
estoy
de vuestra vida y cuidadoso, 300
por
las necias porfías
de
los muchos avisos destos días,
loco
buscándoos vengo.
ASTOLFO: Es
nueva obligación, Carlos, que os tengo;
mas,
aunque os trae tras mí vuestro cuidado 305
con
tanta priesa, tarde habéis llegado
a
este verde desierto
a
darme vida, porque ya estoy muerto.
CANDIL: ¿Estás
por dicha herido?
ASTOLFO: ¡Pluguiera
a Dios!
CARLOS:
Pues ¿qué os ha sucedido? 310
ASTOLFO: Haber,
Carlos, llegado
a
estar de mi temor desengañado,
haber
sabido mi infelice suerte
quién
es quien solicita, ¡ay Dios!, mi muerte.
CARLOS: Más
debiera, si llega a descubrirse, 315
aqueso
agradecerse que sentirse.
ASTOLFO: ¡Ay,
Carlos!, no debiera,
si
es tal el golpe que mi pecho espera
que
sin defensa alguna
se
ha de dejar llevar de su fortuna. 320
CARLOS: Ahora
estoy más dudoso.
¿Quién
es el enemigo?
ASTOLFO: Un
poderoso.
CARLOS: Y
[a]l rigor que procura,
¿quién
le ha dado ocasión?
ASTOLFO:
Una hermosura.
CARLOS: O
mienten mis recelos 325
o
esto es de Julia amor, del duque celos.
ASTOLFO: Fácil
era el sentido
de
mi confusa enigma. El duque ha sido
quien,
de Julia celoso
y
quien de mí envidioso, 330
de
suerte ausentarme ha procurado.
Y
Julia temerosa me ha mandado
que
los avisos de mi muerte crea,
que
ni la hable ni vea,
porque
ya es imposible 335
que
entre en su casa yo, ¡pena terrible!,
sin
que entre, ¡trance fuerte!,
tropezando
en las sombras de mi muerte.
CARLOS: Pues
¿quién le ha descubierto
amor
tan recatado y encubierto 340
que
solo ese crïado
y
yo le hemos sabido?
ASTOLFO: A
un desdichado,
¡ay
Carlos!, ¿quién averiguarle puede
por
dónde la desdicha le sucede?
CARLOS: Una
pregunta quiero 345
haceros.
ASTOLFO:
Yo satisfacerla espero.
CARLOS: Julia
¿qué os ha mandado?
ASTOLFO: Que
no la vaya a ver, por el cuidado
que
ya a sus puertas Federico tiene.
CARLOS: Quedar
solos los dos aquí conviene, 350
porque
quiero fïaros un secreto
que
me habéis de guardar.
ASTOLFO:
Yo lo prometo.
–Candil,
vuélvete a casa
y
en ella esperarás.
CANDIL:
(Ap.) ¿Qué es lo que pasa?
¿De
mí se han recatado 355
el
día que está el duque declarado?
Sin
duda que han sabido
que
yo quien le contó su amor ha sido.
Mas
no, que no estuvieran
tan
apacibles hoy si lo supieran. 360
Vase CANDIL.
ASTOLFO: En
fin, todas mis penas y recelos
es
que el paso han tomado ya los celos
del
duque.
CARLOS: De
manera
que,
si de ver a Julia modo hubiera
y
pudierais entrar a hablalla y vella 365
y
de día y de noche estar con ella,
sin
que el duque celoso,
aunque
siempre ofendido y celoso,
a
la puerta estuviera
ni
os viera ni os sintiera, 370
¿aquí
vuestro cuidado
tuviera
fin?
ASTOLFO: Confuso
y admirado
esa
proposicion, Carlos, me tiene;
y
divertir a un triste no conviene
ansí
con lo imposible, 375
pues
no es posible hacerme a mí invisible.
CARLOS: Oídme,
Astolfo, y veréis la amistad mía
cuánto
de vos, por daros vida, fía.
Ya sabéis los grandes bandos, [romance
e-o]
Astolfo,
que largo tiempo 380
todo
el orbe alborotaron
con
civiles guerras, siendo
Güelfo
y Gebelino dos
hermanos
cabezas dellos,
por
quien, dividida Italia 385
en
domésticos encuentros,
fueron
todos los linajes
ya
gebelinos, ya güelfos.
Ya
sabéis cómo a Sajonia
llegó
este marcial incendio, 390
inficionando
las casas
más
nobles, a cuyo efeto
la
heredada enemistad
aun
hoy dura en nuestros pechos
por
ruina de aquel estrago, 395
por
ceniza de aquel fuego.
Crotaldo,
padre de Julia,
–que
es el divino sujeto
que
ador[á]is, en quien juraron,
si
de otros bandos me acuerdo, 400
aun
más imposibles paces
la
hermosura y el ingenio–
tomó
la voz de una parte
y
de la otra parte Arnesto,
un
deudo mío. No dudo 405
que
sepáis a cuánto estremo
llegó
este enojo en los dos,
mas,
aunque lo sepáis, quiero
referirlo,
porque todo
importa
para el suceso. 410
El
día que a Federico,
generoso
duque nuestro,
juró
Sajonia por duque,
sobre
el ocupar los puestos
de
aquel acto, procurando 415
ser
cada uno el primero,
en
esa eminente plaza
se
encontraron, cuyo estremo
llegó
a ser público agravio
de
uno de los dos y, puesto 420
que
yo tiemblo de decillo
y
aun de imaginallo tiemblo,
bien
se deja ver que fue
el
agraviado mi deudo.
¿Para
qué disimulo, [¿verso
deficiente?] 425
si,
balbuciente el afecto,
lo
que callare la voz
lo
dirá con el silencio?
Diole
un bofetón Crotaldo,
¡ay
de mí!, al anciano Arnesto, 430
en
cuya gran confusión,
en
cuyo notable estruendo,
aunque
cumplió por entonces
desesperado
y resuelto,
no
quedó, a su parecer, 435
para
después satisfecho.
Necedad
que hizo el valor,
mal
entendido, pues vemos
que
no hay agravio delante
del
que es soberano dueño, 440
y
ya se sabe que adonde
[está]
el príncipe, no hay duelo
que
[a] satisfación obligue;
mas
vive el honor compuesto
de
una codicia[?] tan fácil 445
que
en su opinión, su conceto
bastó
haber imaginado
que
fue agravio para serlo.
El
duque, que aun no tenía
bien
fundado su derecho, 450
disimuló,
porque ha sido
política
de los reinos
entrar
en ellos piadoso
para
conservarse en ellos.
Y
así, por quietar no más 455
las
opiniones del pueblo,
envió
a su casa a Crotaldo,
adonde
le tuvo preso
con
tantas guardas que nadie
le
vio más desde el suceso 460
deste
día, o porque fue
la
prisión con tanto aprieto
o
porque el temor le tuvo
tan
guardado y tan secreto.
De
cuantas desdichas, cuantas 465
miserias,
cuantos tormentos
padece
un hombre infeliz,
a
ninguno, Astolfo, tengo
mayor
lástima que a un noble
ofendido,
en quien contemplo 470
amancillado
el honor,
mal
valido del esfuerzo.
Por
Arnesto, en fin, lo digo
pues,
imaginando Arnesto
varios
modos de venganzas, 475
entró
en mil trajes diversos
dentro
de su misma casa,
pero
nunca con efeto.
Y
para que admiréis cuánto
dicta
un agravio, dispuesto 480
se
vio [a] hacer paso a su honor,
o
penetrando o rompiendo
las
entrañas de la tierra
por
conseguir su deseo,
a
pesar de las murallas 485
que
se le ponían en medio.
Un
ingeniero buscó
que
en minar la tierra diestro
facilitase
[a] su agravio
lo
imposible de su acero. 490
Y
fïandose de mí,
por
estar mi casa en puesto
más
vecino a su esperanza,
más
conveniente a su intento,
el
hombre empezó desde ella 495
a
designar los modelos
con
que tocase una mina
a
su mismo cuarto, que esto
era
en él fácil, porqué
era
de nación flamenco, 500
escuela
donde el valor
pelea
con el ingenio.
Y
nivelando de día
las
líneas y los tanteos
las
cavábamos de noche 505
con
recato y con secreto.
¿Quién
creerá que, trabajando
en
el más obscuro centro,
se
enterrase el ofendido
por
ver a su ofensor muerto? 510
Llegó
la mina a su fin,
pero
no llegó a su efeto,
pues
el día de la noche
que
este horrible monstruo griego,
para
abortarlos en rayos, 515
preñado
estaba de acero,
por
las calles y las plazas
confusamente
se oyeron
todos,
hablando en Crotaldo,
nuevas
de que se había muerto. 520
Quedaron
con este caso
frustrados
nuestros intentos,
malogradas
nuestras sañas,
postrados
nuestros deseos,
porque
el ofendido, ya 525
sin
ofensor, conociendo
que
en una hija no era
la
venganza de provecho,
murió
de melancolía
dentro
de muy poco tiempo; 530
de
suerte que, sin que nadie
pueda
llegar a saberlo,
desde
mi casa a la casa
de
Julia una mina tengo,
tan
fácil hoy de romperse 535
que,
como avisada dello
esté
Julia y sus crïadas,
y
con recato y secreto
la
boca della se oculte,
que
podréis entrar es cierto 540
y
salir desde mi casa
hasta
su mismo aposento,
que
es adonde va a tocar,
sin
que el amor ni los celos
del
duque causen temor. 545
Pero
ha de ser advirtiendo
que
ha de ser esto con gusto
de
Julia, porque no quiero
que
se diga que en su honor
infamemente
me vengo, 550
dando
paso a su deshonra.
Que
como allanéis vos esto,
aquí
está mi casa, aquí
mi
vida, Astolfo, y mi pecho,
pues
para todo es quien es 555
amigo
tan verdadero.
ASTOLFO: Dadme
mil veces los brazos
y,
si mudo os agradezco
tanto
bien, es porque el caso
mudo
me tiene y suspenso. 560
Yo
hablaré a Julia y de Julia
traer
licencia os ofrezco;
y
pues ya la noche escura
estiende
su manto negro,
iré
a avisarla.
CARLOS: Mirad 565
lo
que os aventuráis.
ASTOLFO: Luego
¿han
de matarme esta noche,
siendo
la última que espero
ponerme
en esta ocasión?
CARLOS: ¿Cómo?
ASTOLFO:
Como si yo llego 570
a
pedir licencia a Julia
de
abrir esa mina, es cierto
que
ha de darla o no ha de darla;
si
la da, ¿para qué efeto
he
de volver a arriesgarme, 575
teniendo
seguro el riesgo?
Si
no la da, pensaré
que
está su amor de concierto
con
el duque, pues me quita
esa
ocasión, y iré huyendo 580
de
mis celos, si es que hay donde
no
sepan de mí mis celos.
CARLOS: A
todo he de acompañaros.
(Ap.)
(Y estas finezas y estremos
tome
por su cuenta Amor, 585
pues
el que yo a Laura tengo,
hermana
de Astolfo, es
el
que ha franqueado en mi pecho
secreto
que tantos días
tuvo
el honor en silencio.) 590
Vanse ASTOLFO y
CARLOS. Salen ENRIQUE, viejo, leyendo un papel, y LAURA, su hija.
ENRIQUE:
¿Quién te dio aqueste papel? [redondillas]
LAURA: Una
mujer me le dio
tapada,
que aquí llegó.
ENRIQUE: (Ap.)
(¡Ay desdicha más crüel!)
¿No preguntaras quién era? 595
LAURA: Ya,
señor, lo pregunté,
mas
solo me dijo que
en
tu mano te le diera,
que una limosna pedía,
y
volvería al instante. 600
ENRIQUE: (Ap.)
(¿Quién ha visto semejante
confusión
como la mía?)
LAURA:
Parece que te ha traído
el
papel algún cuidado.
ENRIQUE: Y
tan grande que ha causado 605
mil
penas a mi sentido,
y habrá de morir en ellas.
LAURA: ¿No
sabré yo la ocasión?
ENRIQUE: Cosas
de tu hermano son.
¿Para
qué quieres sabellas? 610
LAURA:
Para sentillas fïel,
ya
que no puedo servir
más,
señor, que de sentir.
ENRIQUE: Pues
oye, Laura, el papel.
PAPEL: Importa que esta noche, con prudencia,
estorbéis a Astolfo que no salga de casa, porque le va no menos que la vida.
LAURA:
Justos fueron tus enojos. 615
Bien,
compuesto de crüel
rejalgar,
es el papel
el
veneno de los ojos.
ENRIQUE:
Días ha que desvelado
la
tristeza me ha traído 620
de
Astolfo, y sin duda ha sido
nacida
deste cuidado.
Y no siento, no, ni es bien
su
riesgo ni mi pesar,
sino
que se ha de guardar 625
sin
que le digan de quién.
Que, ¡vive Dios!, si supiera
quién
es, que se le sacara
yo
al campo y que cara a cara
el
disgusto concluyera. 630
Mas decirme que le guarde
sin
que de quién se me diga,
bien
a presumir me obliga
que
es su enemigo cobarde.
Y esto más mi pecho siente 635
que
lo que ha de suceder,
porque
más se ha de temer
a
un cobarde que a un valiente.
¡Oh quién supiera, ay de mí,
de
quién se debe guardar. 640
Sale CANDIL.
CANDIL: (Ap.)
Aquí me manda esperar
mi
amo, en tanto . . . mas aquí
está el viejo. Fruncir quiero
el
semblante, dando indicio
de
beato y de novicio.) 645
LAURA: Bien
dese crïado espero
que te informes; él quizá
advertirá
tu dolor.
ENRIQUE: Dices
bien. –¡Candil!
CANDIL:
¿Señor?
ENRIQUE: ¿Dónde
vuestro amo está? 650
CANDIL:
Hacia el parque le he dejado
con
Carlos, su grande amigo.
ENRIQUE: Siempre
–el cielo me es testigo—
os
tuve por leal crïado.
CANDIL:
El fidus Acates fue, 655
puesto
conmigo, un Vellido.
ENRIQUE: Decidme,
pues, qué ha tenido
Astolfo,
que yo no sé
qué humor inquieto y severo
andar
tan triste le hace. 660
CANDIL: Yo
lo diré; todo nace
de
tener poco dinero.
Perdió ayer el que tenía
que,
a imitación de las gentes,
hay
barajas maldicientes 665
y
dicen mal cada día.
Si bien ya cosas se ven,
que
esto no es lo principal,
pues
a las que dicen mal
hay
quien las haga hablar bien. 670
Yo me acuerdo cuando era
agravio
el decirle a un hombre
fullero,
porque era nombre
que
escucharse no debiera
sin “mentís”, pero después 675
que
a ser llegó habilidad,
agravio
es con más verdad
decirle
que no lo es.
Flores se descubren hartas,
sin
ser mayo, cada día. 680
¿Qué
más que haber fullería
al
juego de sacar cartas?
ENRIQUE:
Decidme, pues: ¿ha tenido
por
el juego algún disgusto?
CANDIL: Sí,
señor, muy grande y justo. 685
ENRIQUE: Pues
¿qué fue?
CANDIL:
Haber perdido,
que otro no le supe yo,
y
si a él le sucediera,
es
cierto que le supiera,
que
de nadie, en fin, fïó 690
con más razón que de mí
sus
disgustos, por saber
cuánto
le suelo valer
en
ellos.
ENRIQUE:
¿Cómo, si oí
que alguna vez que riñó 695
y
que presente estuvistes,
vos
las espaldas volvistes?
CANDIL: Por
eso lo digo yo;
pues corrió tras mí un tropel
con
que la vida le di, 700
pues
los que fueron tras mí
no
le tiraron a él.
ENRIQUE:
Decidme (Ap.) (¡oh quieran los cielos
que
este desengaño vea!),
¿sirve
Astolfo, galantea 705
a
alguna dama? ¿Son celos
los que triste el han tenido
estos
días?
CANDIL: ¡Qué
sutil,
viendo
que yo soy Candil,
de
mí alumbrarte has querido! 710
Y así, oye cuanto pasa,
si
a callarlo te reduces
porque
quiero hacer dos luces:
a
la calle y a la casa.
Astolfo una dama ama, 715
y
tiene un competidor
poderoso,
y en rigor
hoy
la calle de la dama,
con uno y con otro amante,
ya
moro, ya paladín, 720
la
esfera de su jardín
hizo
campo de Agramante.
Traidor fuera, si callara,
sabiendo
el riesgo en que está
mi
señor.
ENRIQUE:
Llévame allá, 725
pues
ya, de luces avara,
y triste la noche fría,
en
eclipsado arrebol,
las
exequias hace al sol,
alma
y corazón del día. 730
Tu, Laura, si aquí viniere,
mientras
yo le busco, di
que
no se salga de aquí,
que
mando yo que me espere.
LAURA:
Sí haré. (Ap. a CANDIL) (Si a Carlos halláis 735
con
él, decid que me vea.)
ENRIQUE: ¡Ay,
hijos, quien os desea
no
sabe lo que costáis.
Vanse todos. Sale
el DUQUE, LEONELO, OTAVIO y criados.
DUQUE:
En esta noche fría, [silva]
émula
hermosa de la luz del día, 740
de
mi venganza espero
ver
el fin. ¡Muera Astolfo, pues yo muero!
LEONELO: Mal
hace vuestra alteza
en
dar tanto lugar a una tristeza.
DUQUE: ¿Es
mejor que, ofendido 745
yo
de un vasallo, llore aborrecido?
LEONELO: Quien
una hermosa dama
sin
estrella, señor, festeja y ama,
no
porfíe en querella,
que
no hay ventura donde falta estrella. 750
DUQUE : ¡Qué
error tan recibido
de
la opinión común, Leonelo, ha sido
decir
que las estrellas
de
amor terceras son y que está en ellas,
oh
necio desvarío, 755
la
primera elección del albedrío!
OTAVIO: Pues
¿quién puede negallo?
DUQUE: Yo,
que razones y aun ejemplos hallo
contra
aquese conceto.
LEONELO:
Da uno solo.
DUQUE: Despreciado
de Dafnes hable Apolo. 760
Si
estrella fuera amor, si [e]n él viviera,
¿cómo
del sol aborrecido fuera
de
las estrellas soberano dueño?
Luego
bien claro enseño
que
amor no vive en ellas, 765
pues
el sol se quejó de las estrellas.
LEONELO: Y
en fin, di, ¿qué has pensado?
DUQUE: No
fïar de mi estrella mi cuidado,
sino
de mi poder y el valor mío,
que
ellos los polos son de mi albedrío; 770
y
así tengo ganada,
como
el criado de Astolfo, una crïada
de
Julia, que ha de abrir aquesta puerta
que
para Astolfo suele estar abierta.
Y
ya que es hora, creo 775
de
que la seña hurtada a mi deseo
haga
seguro el paso
a
este ardor, a este fuego en que me abraso.
El DUQUE da en la
reja.
LEONELO: La
puerta abren, señor.
Sale PORCIA.
PORCIA: ¿Quién
es?
DUQUE:
Yo he sido.
PORCIA: Y
vuestra alteza sea bien venido, 780
que
Julia, conociendo
la
seña de su amante, presumiendo
que
él fuese, me ha mandado
abrir
la puerta, con que se ha cerrado
el
temor de tu intento y de mi culpa, 785
pues
su mismo precepto me disculpa.
DUQUE: (a
LEON. y OTAV.) Los dos os retirad, y con cuidado
esta
calle guardad.
LEONELO: Bien
has fïado
de
los dos tu deseo.
Éntranse el DUQUE
y PORCIA. [Se retiran LEONELO y OTAVIO.] Salen ASTOLFO y CARLOS.
ASTOLFO: ¡Ay,
Carlos!, ¿si es verdad esto que veo? 790
¿Por
la puerta no ha entrado
un
hombre, y otros dos se han retirado?
CARLOS: No
sé si engaño ha sido,
pero
a mí que es verdad me ha parecido.
ASTOLFO: ¿Para
esto, ingrata fiera, 795
fue
decirme que a verte no viniera?
¡Vive
Dios!, que he de entrar y . . .
CARLOS: Deteneos,
que
eso es embarazar vuestros deseos,
pues
siéndolo estorbar vuestros agravios,
no
lo han de hacer las manos ni los labios 800
desde
aquí, pues no es medio ni venganza,
si
otro el favor en el jardín alcanza,
reñir
los dos con estos dos afuera.
ASTOLFO: Pues
¿qué he de hacer en ocasión tan fiera?
Mas
ya sé qué he de hacer. Allí una reja 805
paso
a un balcón me deja
que
es de una galería
del
jardín. Guardad vos la espalda mía
mientras
me arrojo a él desesperado.
CARLOS: Advertid
no sea el duque ese que ha entrado. 810
ASTOLFO: Pues
eso ¿qué remedia mis desvelos?
¿Los
duques no dan celos?
Fuera
de que, si yo lo he presumido,
de
oírlo a Julia ha sido,
y
puedo presumir, y justamente, 815
que
quien miente el amor el galán miente.
CARLOS: Con
vos vengo, y después de preveniros
el
riesgo, a todo trance he de seguiros.
ASTOLFO: Pues
yo en el jardín entro.
CARLOS: Nadie
entrará mientras estéis vos dentro. 820
Éntrase ASTOLFO.
[Vase CARLOS.] Salen el DUQUE y PORCIA.
PORCIA:
Ponte, señor, sobre el rostro [romance
a-a]
el
rebozo de la capa,
porque
pueda hacer mejor
el
papel de la turbada.
PORCIA: Aquí,
señora, está Astolfo. 825
Sale JULIA.
JULIA: ¿Cómo
es posible que haya,
Astolfo,
en un pecho noble
tan
necia desconfïanza?
A
mi casa apenas vuelvo
de
pedirte que a mi casa 830
no
vengas, por el temor
del
duque cuando a ella llamas.
¡Qué
necios celos!
DUQUE: No
son
muy
necios, Julia.
Descúbrese el
DUQUE.
JULIA: Turbada
estoy.
Ay Porcia, ¿qué es esto? 835
PORCIA: Yo,
señora, no sé nada.
A
la seña abrí la puerta;
si
a ti la seña te engaña,
¿qué
mucho que a mí me engañe?
JULIA: ¡Ay
de mí! ¿Qué he de hacer?
DUQUE: Basta, 840
oh
Julia, la turbación,
que
yo solo he sido causa
a
este engaño, porque Amor
todo
es ardides y trazas.
No
quise más que saber 845
si
puerta, que tan cerrada
está
a una fe verdadera,
se
abría a una seña falsa.
Ya
no me podréis negar
–testigos
son estas plantas— 850
que
sobre tantos avisos
Astolfo
mi gusto agravia.
JULIA: Señor,
señor, esa culpa,
aunque
hoy esté averiguada,
mía
es, que no es de Astolfo; 855
pues,
creyendo que él llamba,
yo
le mandé abrir la puerta.
Luego
en l[o]s dos, cosa es clara,
si
fuera el llamar su culpa
y
mía hacer que le abran, 860
ya
estoy culpada y él no,
pues
yo le abro y él no llama;
que
desde el primero día,
señor,
que por mi desgracia
me
visitastes, no ha entrado 865
más
aquí.
Entra cayendo
ASTOLFO.
ASTOLFO: ¡El
cielo me valga!
DUQUE: Pues
¿qué es esto?
JULIA:
(Ap.) (¡Muerta estoy!)
PORCIA: (Ap.)
(¡Qué desdicha!)
ASTOLFO: (Ap.)
(Vida y alma,
perdámonos
de una vez
y
no muramos de tantas. 870
DUQUE: ¿Quién
va?
ASTOLFO: Un
hombre solo.
DUQUE:
¿Cómo
desta
suerte en esta casa
entráis?
ASTOLFO:
Como vos de esotra.
DUQUE: ¿Sabéis
quién soy?
ASTOLFO: No
sé nada,
que
a estas horas y a estos celos 875
todas
las sombras son pardas.
DUQUE: Pues,
vuelve por donde entraste.
ASTOLFO: Celos
no vuelven la espalda.
DUQUE: Haré
que las vuelvas, y . . .
JULIA: Señor,
señor.
DUQUE; ¡Suelta,
aparta! 880
Dentro ruido de espadas.
PORCIA: En
la calle al mismo tiempo,
se
oyen también cuchilladas.
ENRIQUE (dentro): Yo
he de entrar en el jardín.
CARLOS (dentro): Mi
brazo esta puerta guarda.
JULIA: Da
voces, Porcia.
DUQUE:
Hoy verás 885
que
es rayo ardiente mi espada.
ASTOLFO: ¡Oh,
que estás favorecido
y
riñes con gran ventaja.
ENRIQUE (dentro): La
puerta echaré en el suelo.
CARLOS (dentro): Guárdola
yo.
JULIA: (Ap.)
(¡Pena rara!) 890
LEONELO (dentro): Yo
te sabré hacer pedazos.
PORCIA: Luces
traeré desta sala.
JULIA: ¡Acudid
todos!
ASTOLFO:
¡Ay, cielos!
Muerto
soy.
Cae ASTOLFO en el
suelo herido y desmayado.
PORCIA: (Ap.)
(¡Desdicha extraña!)
DUQUE: (Ap.)
(Que aquí no me conocieran 895
fuera
de grande importancia.)
Entran todos.
ENRIQUE: Julia,
¿qué es esto?
JULIA: No
sé;
tu
desgracia y mi desgracia.
Tu
hijo Astolfo (¡muerta estoy!)
es
(¡qué pena tan tirana!) 900
el
que (¡rigurosa estrella!)
sobre
(¡el aliento me falta!)
estas
flores (¡qué rigor!),
caducas
ya (¡qué desgracia!),
hizo
(¡terrible desdicha!) 905
que
con su púrpura y nácar
se
conviertan en rubíes
las
que fueron esmeraldas.
El
brazo (¡ay Dios!) que te ofende,
el
acero que te agravia, 910
no
le sepas, no le sepas,
que
[será] doblar las ansias
ver
posible la desdicha
y
imposible la venganza.
ENRIQUE: ¿Cómo
imposible (¡ay de mí!), 915
si
este acero y estas canas,
Etna
de fuego y de nieve,
leerán
. . .?
JULIA: Tente,
espera, aguarda;
no
le ofendas, que es el duque.
DUQUE: Enrique,
Enrique, ya basta. 920
ENRIQUE: Pues
vuestra alteza, señor,
¿tanto
enojo, furia tanta?
DUQUE: Así
mi valor castiga
a
quien mi valor agravia,
y
si mil veces viviera, 925
la
diera muerte otras tantas.
Vase el DUQUE.
LEONELO: (Ap.)
(¡Qué lastimosa tragedia!) Vase.
OTAVIO: (Ap.)
(¡Qué rigurosa desgracia!) Vase.
CARLOS: (Ap.)
(¡Qué amigo tan infeliz!) Vase.
JULIA: (Ap.)
(¡Qué mujer tan desdichada!) Vase. 930
CANDIL: (Ap.)
(De todo tuve la culpa;
tener
la pena me falta.) [Vase.]
PORCIA: (Ap.)
(Temblando estoy de temor,
por
ser de su muerte causa.) Vase.
ENRIQUE: ¡Ay,
infelice de mí! 935
En
pena, en desdicha tanta,
pues
que me falta en la tierra,
denme
los cielos venganza.
Éntrase ENRIQUE
metiendo el cuerpo de ASTOLFO.
FIN DE LA JORNADA PRIMERA
EL GALÁN FANTASMA
Pedro Calderón de la Barca
JORNADA SEGUNDA
Salen ENRIQUE y
LAURA.
LAURA: Hasta
que te vi, señor, [romance
e-a]
turbada
estuve y suspensa, 940
pendiente
el alma de un hilo,
ni
bien viva ni bien muerta.
este
prodigio? ¿Qué intentas?
¿Qué
pasó? ¿Qué sucedió? 945
No
con tal duda me tengas,
porque
es otra pena aparte
vivir
dudando una pena.
ENRIQUE: ¿Estás
sola?
LAURA: Sola
estoy,
pero
cerraré esta puerta. 950
ENRIQUE: No
la cierres, que podrán
escucharnos
detrás della,
que
el que quiere decir, Laura,
cosas,
y más como estas,
adonde
importa el secreto 955
tanto,
hace mal si la cierra,
pues
no sabe quién le escucha.
Mejor
es dejarla abierta,
que
yo veo desde aquí
a
quién sale y a quién entra. 960
Ya
te acuerdas de la noche,
que
tantas veces funesta
para
mí, desde la casa
de
Madama Julia bella
traje
a la mía a tu hermano 965
en
mis hombros; ya te acuerdas
que,
entre su sangre bañado,
volvió
del desmayo apenas
cuando
. . mas ¿por qué mi voz
repetirte,
Laura, intenta 970
lo
que es justo que no olvides,
lo
que es preciso que sepas?
Pues
dijo un sabio que solo
arte
de memoria era
estudiar
uno desdichas 975
que,
como una vez se aprendan,
nunca
saben olvidarse.
Y
pues acordarte es fuerza,
paso
agora a lo que ignoras,
porque
todas las adviertas. 980
Apenas
el sol anoche,
vencido
de las tinieblas,
caer
se dejó en el mar,
sustituyendo
su ausencia
las
estrellas y la luna 985
(porque
abrasadas virreinas
de
la majestad del sol
son
la luna y las estrellas),
cuando,
poniendo reparos
a
la sagrada violencia 990
del
rayo del poderoso,
dispuse
contra su fuerza
mi
ingenio, bien como aquel
jeroglífico
lo enseña
de
la encina y de la caña, 995
que
una fácil y otra opuesta
a
las ráfagas del viento,
del
raudal a las violencias,
coronaron
la humildad
a
vista de la soberbia. 1000
Al
tiempo, pues, que Sajonia
celebraba
sus exequias
de
Astolfo, salimos yo
y
. . . mas turbada la lengua,
no
se atreve a pronunciarlo, 1005
que
aun de imaginarlo tiembla.
LAURA: No
importa; ya sé quién dices.
ENRIQUE: En
una oculta maleza
dese
monte, tan guardada
de
las hojas y las peñas 1010
que
no echó menos el día,
–porque
siempre para ella
es
noche, pues no ve el sol,
que
amanezca o no amanezca–,
prevenidos
dos caballos 1015
tuve,
cuya ligereza
el
viento calzó de pluma,
tan
hijos suyos que fuera
la
espuela manchar en ellos
desprecio
y no diligencia . . . 1020
Aquí
pues, la voz aquí
en
mil suspiros envuelta,
en
mil lágrimas bañada,
dije
. . .pero gente llega;
luego,
Laura, lo sabrás. 1025
Salen LUCRECIA y
CANDIL.
LUCRECIA:: Don
Carlos está a la puerta.
CANDIL: Dice
si para besar
tus
manos le das licencia.
ENRIQUE:: Amigo
de Astolfo fue.
LAURA: Y
enemigo mío, pues llega 1030
a
darme tantos cuidados.
ENRIQUE: Decid
que entre en hora buena.
Hace que se va
[CANDIL] y vuélvese a estar.
Pero
decidme primero,
Candil,
¿qué venida es esta?
¿Servís
a Carlos?
CANDIL:
Señor, 1035
desde
aquella noche mesma
que
trujiste herido a Astolfo
a
casa, y como si fuera
tu
familia tu homicida,
con
enojo y con afrenta 1040
a
todos nos despediste,
sirvo
a Carlos.
ENRIQUE:
No me pesa;
Decid
que entre.
Vase CANDIL.
(Ap. a
LAURA) (Mira, Laura,
que
importa que nada entienda.)
LAURA: (Ap.)
(Eso díselo a mis ojos, 1045
porque
si son mudas lenguas
del
alma, no callarán
a
Carlos nada que sepan.)
Salen CARLOS y
CANDIL.
CARLOS: Aunque
fuera desta casa,
dando
de mi amistad muestra, 1050
recibo
el pésame yo,
el
darlo aquí será fuerza,
si
bien de una circunstancia
hoy
mis ojos me reservan,
que
es encareceros cuánto 1055
siento
la infeliz tragedia
de
Astolfo, que si perdistes
un
hijo y hermano en ella,
yo
perdí un amigo, y no
es
pérdida más pequeña, 1060
que
es parentesco sin sangre
una
amistad verdadera.
ENRIQUE: Bésoos,
don Carlos, las manos,
que
bien tenemos por ciertas
de
vuestra noble amistad 1065
tantas
generosas muestras.
Bien
lo dice mi cuidado,
pues
el no dejar que os viera
Astolfo
en su enfermedad
por
escusarle la pena 1070
fue
que llevó en perderos.
CARLOS: Mis
lágrimos solo sean
hoy
testigos de la mía.
LAURA: Mal
en tratarlas hicieras
como
ajenas, siendo propias. 1075
CARLOS: Nunca
estas fueron ajenas.
CANDIL: (Hace
que llora.) ¡Ay!
LUCRECIA: Pues
¿tú lloras también?
CANDIL: Y
¿cómo? ¿No consideras
estas
lágrimas de tinta?
LUCRECIA: Pues
¿hay cosa que tú sientas? 1080
CANDIL: No.
LUCRECIA: Pues,
necio, ¿por qué lloras?
CANDIL: Por
hacer compañía, necia.
Sale un CRIADO.
CRIADO: Aquel
hombre que te habló
[poco
ha te aguarda] ahí fuera.
ENRIQUE: Un
negocio es; yo saldré 1085
a
hablarle; tú aquí me espera,
Carlos,
que quiero después
besarle
la mano a su alteza,
y
que me acompañes quiero,
porque
notes, porque adviertas 1090
que
dar gracias por agravios
es
la mayor diligencia.
Vase ENRIQUE.
CARLOS: ¿Atreveránse
mis voces,
pidiendo
al llanto licencia,
validas
de la ocasión, 1095
que
ningún tiempo desprecia,
a
mezclar, hermosa Laura,
amores
a un tiempo y penas?
Pues
entre penas y amores
hay
tan poca diferencia 1100
que
no salgo del conceto,
pues
son una cosa mesma.
LAURA: Pues
podrás, Carlos, y bien
podré
yo decir, atenta
a
tus labios y a mis ojos, 1105
que
no es posible que sea
buen
cortesano el amor,
pues
de ninguna manera
habla
más que una cosa,
mezclando
gusto y tristeza. 1110
CARLOS: Por
no distinguir los tiempos
ni
las personas, se cuenta
que
de un árbol mismo cortan
la
muerte y Amor sus flechas.
Y
así, pues Amor y muerte 1115
quieren
el cielo que me hieran
tan
a un tiempo que podrán,
cuando
ir a cobrar pretendan
las
saetas de mi pecho,
equivocar
las saetas, 1120
bien
podré, herido dos veces,
decir
. . .
LAURA:
Ya mi señor entra.
CARLOS: Pues
ya no podré decirlo.
LAURA: Sí
podrás, por una reja
de
mi jardín esta noche. 1125
Sale ENRIQUE.
ENRIQUE: Perdonad,
por vida vuestra,
la
tardanza.
CARLOS: (Ap.)
(Más tendrá
que
perdonar en la priesa.)
ENRIQUE: Y
vamos [a ver] al duque.
CARLOS: Vamos.
ENRIQUE: Laura,
a Dios te queda. 1130
LAURA: El
cielo, señor, te guarde.
Vase ENRIQUE.
CARLOS: (Ap.
a LAURA) (No te olvides, Laura bella,
de
que en la reja tu sol
esta
noche me amanezca.
LAURA: (Ap.
a CARLOS) (No haré, Carlos, que me va 1135
la
vida en que tú la tengas.)
Vase LAURA.
CARLOS: (A
CANDIL) Tú vete a casa y prevén
espada,
capa y rodela.
¡Oh,
quién de un suspiro al día
el
hacha apagar pudiera, 1140
pues
está que viva un dios
en
que sola una vez muera.
Vase CARLOS.
CANDIL: ¡Fuera
razonable el soplo!
¿Oyes
qué digo, Lucrecia?
Está
avisada que mi amo 1145
hablar
a tu ama concierta,
porque
estés tú a hablarme a mí.
LUCRECIA: ¿De
cuándo acá esa fineza?
¿Habiendo
vivido en casa
tanto
días, hoy te acuerdas 1150
de
enamorarme?
CANDIL:
Es porque es
costumbre
inmemorial esta,
ad
perpetuam rei memoria
entre
los crïados hecha,
que
no es porque yo te quiero; 1155
mas
podrá ser que te quiera
por
solo hacer compañía.
LUCRECIA: Allá
con Porcia se avenga;
no
es Lucrecia para burlas.
Vase LUCRECIA.
CANDIL: Dos
romanas de la legua 1160
enamoro
y, ¡vive Dios!,
que
he de ser en medio dellas,
pues
fui de la Porcia Bruto,
Tarquino
desta Lucrecia.
Vase CANDIL. Salen
el DUQUE, LEONELO y OTAVIO.
DUQUE: Esta
pena, esta furia, 1165
[silva]
doméstico
enemigo que me injuria;
esta
ansia, este veneno,
áspid
ingrato que abrigué en mi seno;
esta
ira, esta rabia
que
el corazón, que es dueño suyo, agravia; 1170
no
es posible que sea
amor;
deidad en mí mayor emplea,
con
enojo más fuerte,
pena,
furia, veneno, rabia y muerte;
pues
son tantos desvelos 1175
las
cabezas de la hidra de los celos.
LEONELO: Yo
no sé de qué suerte los previenes,
pues
tienes celos y de quien no tienes.
DUQUE: Por
respuesta que puedo, te prevengo,
tenerlos,
pues de quien tenerlos tengo, 1180
tú
mismo a un hombre viste
que
un jardín aquella noche, ¡ay triste!,
ciego
y desesperado
entró,
a quien yo, ofendido y enojado,
quité
la vida sin quitar la vida, 1185
pues
primero murió que de la herida,
de
los celos que tuvo.
¡Qué
fino amante, qué cortés anduvo,
pues
murió, averiguados los recelos,
a
vista de su dama y de sus celos! 1190
OTAVIO: Si
tú mismo confiesas desos modos
que
murió, y es verdad que anoche todos
su
entierro vimos, ¿cómo en esta parte
un
muerto puede darte
celos?
DUQUE: Como
no mueren con la muerte 1195
los
celos.
LEONELO:
¿De qué suerte?
DUQUE:
Desta suerte:
De contrarios efetos esta llama, [soneto]
de
contraria razón esta centella,
de
celos nace de una causa bella,
o
bien porque es amada o porque ama; 1200
ni ser amada, pues, ni amar la dama
consiente
amor, tasándole su estrella;
mas
entre ser amada o amar ella,
lo
uno disgusta, pero lo otro infama.
Luego si ya de Astolfo ser querida 1205
no
puede Julia, y yo en su llanto advierto
que
ella puede quererle sin la vida,
de los dos daños el mayor es cierto;
y
pues Julia de un muerto no se olvida,
bien
puedo yo tener celos de un muerto. 1210
OTAVIO:
¡Sutil sofistería [silva]
de
amor!
DUQUE:
Pues mi mortal melancolía
della
nace y yo muero,
porque
remedio a mi dolor no espero.
LEONELO: Como
tenerle quiera, 1215
tu
alteza le tendrá.
DUQUE: ¿De
qué manera?
LEONELO: Ovidio
dice, hablando del remedio
de
amor, cuál es el medio;
oye
el verso.
DUQUE: Holgaréme
de sabelle.
LEONELO: Para
vencer amor, querer vencelle. 1220
DUQUE: Pues
yo quiero y no puedo; luego miente
Ovidio
o aconseja neciamente;
y
pues la pena mía
tan
obstinada en mi dolor porfía,
con
otra industria he de poder vencella. 1225
OTAVIO: ¿Qué
pretendes hacer?
DUQUE:: Fïarme
della
sin
resistirme, a ver lo que hacer quiere
de
mí; lléveme, pues, donde quisiere.
Preveníos
los dos para esta noche,
que
el sol apenas hoy desde su coche, 1230
lid
de rayos y olas,
verá
sobre las ondas españolas,
cuando
a la calle yo de Julia vaya
solo
a ver sus umbrales, porque haya
menos
entre mi amor y su belleza. 1235
Salen ENRIQUE y
CARLOS.
ENRIQUE: Deme
a besar las plantas vuestra alteza.
DUQUE: (Ap.)
(Solo esto le faltaba a mi castigo:
quejas
de un padre quejas de un amigo.
ENRIQUE:
Si algún día os mereció [décimas]
mercedes,
señor, mi fe, 1240
dadme
hoy albricias
DUQUE: ¿De
qué?
ENRIQUE: De
que Astolfo murió;
aunque
pido mal, que yo
y
mi honor al gusto vuestro
las
debemos; bien lo muestro 1245
con
tan alegre albedrío,
pues
fue el muerto un hijo mío
que
no fue un esclavo vuestro.
De aquella infelice herida
la
ocasión aprovechó, 1250
porque
hiciera mal si no
muriera
a tal homicida.
Su
muerte, pues, y su vida,
que
en mí son uno es muy cierto,
pues
si ya vengado advierto, 1255
señor,
vuestro enojo esquivo,
para
mí está Astolfo vivo,
cuando
está para vos muerto.
DUQUE:
Bien, Enrique, han hecho alarde
los
esfuerzos del dolor, 1260
de
la sangre y del valor.
Dios
os guarde, Dios os guarde.
Vanse el DUQUE y
sus criados.
CARLOS: Confuso
el duque, cobarde
y
turbado ha respondido.
ENRIQUE Piedad
de su pecho ha sido. 1265
Adiós,
adiós, Carlos.
CARLOS: Yo
he
de ir con vos.
ENRIQUE:
Eso no;
(Ap.),
(Bien hasta aquí ha sucedido.)
Vase ENRIQUE
CARLOS:
Si decir uno el dolor
que
padece no enternece 1270
sino
al que el dolor padece,
bien
podré decir mi amor
al
sol, pues su bello ardor
un
laurel siguió fïel,
y
no dudo yo que él 1275
con
sombras el yerro dore
de
que yo una Laura adore,
pues
él adoró un laurel.
¡Oh [tú], planeta luciente,
mide
en tu pena la mía, 1280
y
haz hoy síncopa del día
el
ocaso y el oriente.
Apague
el azul tridente
tu
luz, arder no presuma,
y
nazca mi amor, en suma, 1285
de
espuma y sombra entre horror,
pues
siempre hace el amor
de
la sombra y de la espuma . . . .
Ya parece que, obediente
a
mi voz, noble y bizarro, 1290
guía
el pértigo del carro
por
los campos de occidente;
sombra
y luz confusamente
hazen
que el atado broche
de
sombra y luz desabroche; 1295
el
sueño ya perezoso,
equivocando
el dudoso
rubricano
de la noche.
Y pues ya se ha declarado
triunfante
la niebla fría 1300
de
las campañas del día,
y
yo a mi casa he llegado,
quiero,
de traje mudado,
ir
donde Laura me espera,
luciente
sol desta esfera. 1305
Sale CANDIL.
CANDIL: ¡Vive
Dios, que no pare aquí
un
instante!
CARLOS: ¡Candil!
CANDIL:
¿Sí?
CARLOS: ¿Dónde
vas desta manera?
CANDIL:
Huyendo.
CARLOS:
Loco
pareces.
¿Qué
hay?
CANDIL: No
lo sabré decir, 1310
ni
aun pienso que sabré huir,
con
haberlo hecho más veces.
CARLOS: Nuevas
sospechas me ofreces.
¿Qué
es lo que te ha sucedido?
CANDIL: Yo
. . .
CARLOS: Prosigue.
CANDIL:
Estoy perdido. 1315
¿Viene
alguien?
CARLOS:
No.
CANDIL: Te
esperaba
cuando
sentí que el aldaba
de
las puertas hacen ruido.
Fui a ver quién era, y hallé
un
hombre que, rebozado, 1320
me
mató la luz. Turbado
quién
era le pregunté,
y
muy quedo dijo que
te
buscase, mas no habló.
Dentro
de casa se entró 1325
y
del último aposento
cerró
las puertas, atento
a
que no le viera yo;
allí está, en fin, encerrado;
ni
sé quién es ni qué quiere. 1330
CARLOS: Calla
y más tiempo no espere.
Trae
luz, que determinado
yo
haré que que dese cuidado
salgas.
Entra CANDIL y
saca la luz.
CANDIL: Aquí
tienes ya
la
luz.
CARLOS: ¿Donde
es donde está? 1335
CANDIL: Aquí.
CARLOS: La
puerta abriré.
Abre ASTOLFO la
puerta y no sale.
Pero
ella abrir se ve.
Quienquiera
que es, salga acá.
No sale; entra tú.
CANDIL:
Si fueras
a
caballo, me tocara 1340
ir
delante, mas repara,
yendo
a pie, cuán mal hicieras
si
delante me trujeras.
CARLOS: Suelta
la luz.
CANDIL: Eso
haré
fácilmente.
CARLOS: Yo
veré 1345
quién
está dentro.
Entra CARLOS con
la luz y la espada desnuda.
CANDIL: Cerró
la
puerta así como entró
Carlos,
quienquiera que fue.
¿Qué me toca hacer aquí
por
la ley del duelo, siendo 1350
criado?
¿Criado dije? Entiendo
que
solo mirar por mí.
Y
pues tanto ha que no vi
a
Porcia, a verla iré en tal
duda.
Afectos de leal 1355
ningún
cuidado me den,
por
que nunca me hará bien
si
yo no le sirvo mal.
Vase CANDIL. Salen
PORCIA con luces y JULIA con luto.
JULIA:
Pon en ese cenador [romance e-e con versos intercalados
las
luces sobre un bufete, 1360
de 7 y 11]
porque
no estemos a escuras
en
este trágico albergue
las
dos solas.
PORCIA: Ya
están puestas,
y
en él prevenido tienes
un
tapete y una almohada 1365
para
que al fresco te sientes,
ya
que de estar aquí gustas.
JULIA: Ningún
descanso apetece
mi
vida entre tanto que, triste,
entre
laberintos verdes, 1370
cercos
ya de la fortuna
y
teatros de la suerte,
lloro,
Porcia, mis desdichas,
imitadoras
del Fénix
tanto
que, en cuna y sepulcro, 1375
unas
nacen y otras mueren;
que
a las desdichas siempre
otras
desdichas hay que las hereden.
Triste,
funesto jardín,
tú
que en tiempo más alegre 1380
si
pompa del amor fuiste,
ruina
ya del amor eres,
donde
al cielo que lo admira
y
a la tierra que lo atiende
representó
la fortuna 1385
tragedias de
amor, que pueden
tanto
a las flores mover,
tanto
ablandar a las fuentes
que
[las] fuentes y [las] flores,
de
piadosas y corteses, 1390
corren
por perlas corales,
dan
por jazmines claveles:
escucha
mis desdichas, pues
lugar
a mis dichas deben
tus
cristales y tus rosas 1395
por
lo que se les parecen;
que
mis dichas son flores y son fuentes,
o
por lo fugitivo o por lo breve.
Yo
vi, yo vi coronado
en
este jardín alegre 1400
de
vitorias al amor.
¡Cuánto
engaña, cuánto miente
quien
deidad le llama, pues
una
desdicha le vence.
Dígalo
a voces la aurora 1405
que
en estas hojas se mueve
quejosa,
porque mis voces
con
sus cláusulas concierten.
Díganlo
a señas las plantas
manchadas
que en este albergue 1410
para
ser tálamo nacen
y
siendo túmulo mueren;
pues
el aura y pues las plantas,
de
tratarme a mí y de verme,
solo
suspiros estudian, 1415
solo
lágrimas aprenden;
y
podrán mejor que yo,
a
quien turban y enmudecen
las
penas, porque en efeto
las
padezca y no las cuente, 1420
que
el que decirlas puede
más
las alivia, Porcia, que las siente.
PORCIA: ¿El
campo de la fortuna
dijas
correr de esa suerte
al
discurso? ¿No podrás 1425
pararle
cuando lo intentes?
Haz
treguas, señora, un rato
con
las lágrimas que viertes;
que
así morirás de triste.
JULIA: Pues
¡qué dicha más alegre! 1430
Déjame,
Porcia, llorar,
pues
todos dicen que es este
el
mejor bien de los males
y
el mejor mal de los bienes.
Pero
¿quién se entra hasta aquí? 1435
Sale CANDIL.
CANDIL: Un
muerto Candil, que viene
a
las luces de tus ojos
a
quemarse y no a encenderse.
JULIA: Desde
que Astolfo murió,
Candil,
no has venido a verme. 1440
CANDIL: Don
Carlos, mi nuevo dueño,
tan
ocupado me tiene
que
no he tenido lugar.
PORCIA: Muy
anciano chiste es ese:
dar
por disculpa a los amos 1445
de
la culpa que no tienen.
Di
que Lucrecia, y dirás
bien.
CANDIL: El
diablo me lucrecie
–que
es mucho más, Porcia mía,
que
decirle que me lleve— 1450
si
yo . . .
JULIA:
¿Qué es esto?
CANDIL:
Pregunto:
¿y
qué haces desta suerte?
¿No
te da miedo este sitio?
JULIA: No,
que quien ama no teme.
Como
el can que de su dueño 1455
sobre
el sepulcro fallece,
de
la lealtad y el amor
jeroglífico
excelente,
yo
sobre aquestas caducas
plantas,
monumento débil 1460
de
Astolfo, pues aquí fue
adonde
cayó, estoy siempre
con
voces y con suspiros
gimiendo
y llorando a veces.
PORCIA: ¿Quieres
que por divertirte 1465
cante?
JULIA: [Solo
eso] consiente
mi
dolor, por ser así
que
la música entristece.
Dan golpes debajo.
¡Oye,
détente! ¡Ay, Candil,
ay,
Porcia! Qué ruido es este? 1470
CANDIL: Yo
no entiendo bien de ruidos.
PORCIA: Ni
yo tampoco.
JULIA:
Parece
que
en el centro de la tierra
sepulcros
se abren crueles.
Vuelven a dar
golpes.
Vuelve
a escuchar.
PORCIA: ¿Tan
buen son 1475
es?
JULIA:
A ver si el ruido vuelve.
CANDIL: Sí
vuelve, que es un rüido
muy
puntual.
JULIA: [Ya
es bien me acerque.]
PORCIA: No
yo, que temiendo estoy
desde
el perico al juanete. 1480
CANDIL: Yo,
que no tengo perico,
temo
desde el pie a la frente.
Dan golpes.
JULIA: Dad
voces.
PORCIA: Yo
no . . . no puedo.
CANDIL: Ni
yo, que fuera indecente
dar
voces en casa ajena. 1485
JULIA: Preñada
la tierra quiere,
rasgándose
las entrañas,
que
nazcan o que revienten
prodigios.
¿No veis, no veis
cómo
toda se estremece? 1490
¿No
veis las plantas y ramos
o
sacudirse o moverse?
PORCIA: ¡Pluguiera
a Dios no lo viera!
CANDIL: ¿Qué
es esto que hoy me sucede?
¿Allá
embozados y aquí 1495
dan
golpecitos?
JULIA:
¡Valedme
cielos,
que ya no hay valor!
Ábrese un
escotillón y sale ASTOLFO lleno de tierra.
Pues
Astolfo ¡ay de mí!, es este
que,
aborto del centro, nace
en
la parte donde muere. 1500
PORCIA: ¡Válgame,
San Verbo Caro!
CANDIL: ¡San
Dios, San Jesús mil veces!
PORCIA: ¿Adónde
estaré segura?
Vase PORCIA.
CANDIL: Tratar
quiero de esconderme.
Vase CANDIL.
ASTOLFO : Quédate,
Carlos, aquí 1505
[dirigiéndose a la mina] por
lo que me sucediere,
que
hasta recorrer la casa
yo
entraré solo.
JULIA:
Détente,
Astolfo.
ASTOLFO:
Julia, no temas.
JULIA: ¿Qué
me afliges, qué me quieres? 1510
Déjame,
déjame.
ASTOLFO:
Julia,
oye,
escucha, mira, advierte . . .
[Desmáyase JULIA.]
Sobre
las flores cayó,
donde
rendida parece
la
deidad que en este templo 1515
aras
de púpura y nieve
dan
a estatuas de jazmines,
dan
a imagen de claveles.
¡Oh,
qué mal hice, ay de mí,
en
romper, sin que estuviese 1520
Julia
avisada, esta mina;
pero
¿qué habrá que yo acierte?
Y
¿quién pudo prevenir
que
aquí a estas horas la viese?
Mira,
oh cielo, que no es justo, 1525
ya
que por muerto me tienes,
que,
siendo yo el muerto, sea
Julia
el cadáver. Advierte
que
espira en su luz el día.
De
tantas flores te duele, 1530
huérfanas
sin su hermosura.
[PORCIA] (dentro): ¡Al
jardín crïados, gente!
CANDIL (dentro): Y
di a socorrer a Julia.
DUQUE (dentro): Nada,
Leonelo, receles;
voces
da, rompe esas puertas. 1535
ASTOLFO: Ya
en el jardín entra gente.
¿Qué
he de hacer, que unos de otros
nacen
los inconvenientes?
Golpes dentro.
Si
me echo a la mina, dejo
abierta
la boca, y pueden 1540
averiguar
contra Carlos
y
contra mí fácilmente
el
intento. Si la cierro
con
ramas porque no lleguen
a
verla, no tengo luego 1545
por
donde salir, de suerte
que
en irme Carlos y yo
padecemos
igualmente,
y
en quedarme y ocultarme,
yo
solo; pues yo me quede 1550
empeñado
y asegure
a
Carlos . . . mas pues me ofrece
tan
casual instrumento
esta
almohada, ella cierre;
Cubre la boca con
una almohada.
y
fïando a la fortuna 1555
algo
en desdicha tan fuerte,
me
encerraré en esta cuadra.
¡Valedme,
cielos, valedme!
Escóndese. Salen
PORCIA, el DUQUE y criados, y CANDIL.
DUQUE: A
tu voz rompí esas puertas.
¿Qué
es esto, Porcia, qué tienes? 1560
PORCIA: No
sé, señor.
DUQUE: Di,
Candil,
¿qué
es lo que a los dos sucede?
Pero
no me lo digáis;
ya
veo que a un accidente,
en
el mismo sitio adonde 1565
[a]
Astolfo le di la muerte,
Julia
yace desmayada.
¡Julia
hermosa!
JULIA: ¿Qué
me quieres?
Déjame,
Astolfo.
DUQUE:
No soy
sino
yo. ¿Qué es esto?
JULIA:
Atiende. 1570
En
este (¡ay Dios!) no sé (¡no tengo aliento!) [silva]
cómo
diga, jardín o monumento;
en
este (¡ay Dios!) no sé (¡desdicha dura!)
cómo
diga, sepulcro de hermosura;
mas
¿qué digo, luchando yo conmigo? 1575
Monumento,
señor, y jardín digo;
mas
¿qué digo, conmigo batallando?
Hermosura
y sepulcro digo, dando
la
rienda a mis enojos,
aportaban
los labios a los ojos, 1580
a
lágrimas y voces
que,
igualmente veloces,
corrían
cada cual a su elemento,
el
llanto al agua, y el suspiro al viento;
si
no es que, desatados, 1585
iban
todo al fuego; que abrasados
tanto
salían de mi helado pecho
lágrimas
y suspiros que sospecho
que
monstruo el fuego sea
cuando,
compuesta de contrarios vea 1590
su
esfera, porque luego
cuanto
temí y lloré, todo era fuego;
pues,
por donde el suspiro y el llanto pasa,
el
llanto quema y el suspiro abrasa.
Aquí
en mis fantasías 1595
crueldades
tuyas o desdichas mías
estaba
pues llorando
cuando,
¡ay infeliz!, cuando
alterada
la tierra
que
los tesoros pálidos encierra 1600
de
muertos, con extrañas
lides,
rasgar quería las entrañas,
echando
de su centro
los
prodigios que ya no caben dentro
de
mudos golpes, pues flores y plantas, 1605
informada,
¡ay Dios!, en penas tantas,
a
temblar empezaron.
Que
t[iemblen] las raíces que miraron
del
Céfiro las hojas sacudidas,
no
es mucho; mas que tiemblen hoy heridas 1610
las
hojas con embates infelices
al
Céfiro que hiere las raíces,
son
iras, son congojas
que
ignoran las raíces y las hojas.
En
efeto, al gemido que no p[u]do 1615
articular
el viento, porque mudo
dentro
del seno estaba,
cuando
solo por señas se quejaba,
tembló
el jardín y tanto le provoca
que
para respirar abrió la boca. 1620
No
así el Vesuvio fiero
que,
balüarte rústico de acero,
contra
los cielos vomitar presumo
bombas
de fuego y pólvora de humo,
comunero
del sol, al sol se atreve 1625
–de
cuyo incendio es la ceniza nieve—
como
esta tierra, esta que ves herida,
de
sus mismas entrañas desasida,
a
las estrellas, estrella sube,
pirámide
de polvo, densa nube, 1630
a
emp[a]ñar importuna
los
trémulos cristales de la luna.
Yo
vi aquí –desmayada
la
voz, torpe la acción, la lengua helada,
erizado
el cabello, 1635
en
el pecho un puñal, un nudo al cuello,
equívoca
la vida,
al
corazón la sangre retraída,
embargado
el aliento,
muerto
el sentido y vivo el sentimiento— 1640
(¡no
puedo hablar!) yo vi, yo vi bañado
en
sangre y polvo a Astolfo, que abortado
de
su sangre nacía.
DUQUE: Détente,
que tu gran melancolía,
que
tus vanos desvelos, 1645
en
ti fueron temores y en mí celos;
pues
cuanto causa ha sido
de
que tú esta ilusión hayas tenido,
con
el mismo argumento
lo
es de que tenga yo este sentimiento. 1650
¿Adónde
está esa boca que te asombra?
¿Adónde,
que te aflige, está esa sombra,
si
no es en tu deseo?
Y
pues que vivo en tu memoria veo
a
quien muerto me ofende, 1655
vengarse
dél aquí mi amor pretende
No
hablarte imaginaba
jamás,
aunque tus prendas adoraba;
mas
pues un muerto a mí me da desvelos,
¡vivo
yo!, a él le tengo de dar celos; 1660
y
no será la pena, no, fingida;
que
si el alma no muere con la vida,
bastarále
en tal calma,
para
que tenga celos, tener alma.
Salíos
todos afuera. 1665
JULIA: Mira,
señor, advierte, considera . . .
DUQUE: No
llores, que es en vano.
JULIA: .
. . que a los cielos ofendes.
DUQUE: Soy
tirano.
JULIA: Manchadas
estas flores,
¿no
te ponen horror?
DUQUE: Desprecio
flores, 1670
y
antes que has de ver piensa
que
con su sangre se manchó tu ofensa.
ASTOLFO (al paño): (Ap.)
(No verá, que primero
moriré
yo otra vez. Cielos, ¿qué espero?
Pero
si a verme llega, 1675
el
paso a mi esperanza se le niega;
que
querer que de verme aquí se asombre
es
temor de mujer, no es temor de hombre.
Pues
el remedio sea
que
estorbe la ocasión y él no me vea.) 1680
DUQUE: Pues
viste a Astolfo, di que a defenderte
llegue.
Sale ASTOLFO por
parte que no le vea el DUQUE, y mata la luz.
ASTOLFO: Sí
llegará, de aquesta suerte.
DUQUE: La
luz han muerto y una voz escucho.
JULIA: De
Astolfo es esta voz.
DUQUE:
Cobarde lucho
con
mi asombro y contigo. 1685
JULIA: Mira
si fue temor cuanto yo digo.
DUQUE: Temor
fue, que primero
que
al espanto me rinda, hacer espero
de
mi valor alarde,
que
nada a mí me puede hacer cobarde. 1690
ASTOLFO: (Ap.)
(Ya, cielos, que sin verme
estorbé
su rigor, vuelvo a esconderme.
DUQUE: ¿Adónde,
voz, te escondes?
Si
me llamas, ¿por qué no me respondes?
Sale CARLOS.
CARLOS: (Ap.)
(A las voces, espadas y rüido 1695
del
puesto que guardaba me he salido,
que
ya, Astolfo empeñado,
con
él he de morir puesto a su lado,
que
es lo que a mí me toca;
y
como estaba dejaré esta boca. 1700
JULIA: ¡Muerta
estoy, cielos!
DUQUE: Ilusión
o sombra,
ni
tu aspecto me espanta ni me asombra.
¡Hola,
Leonelo, Otavio!
Salen todos con
luz.
LEONELO: ¿Qué
es aquesto?
CARLOS: En
grandes confusiones estoy puesto.
DUQUE: ¿Qué
miro? ¿Carlos?
CARLOS: Sí.
DUQUE:
¿Cómo has entrado 1705
aquí?
CARLOS: Del
ruido entré, señor, llamado.
LEONELO: ¿Por
dónde, si la puerta
guardamos?
CARLOS: Por
las tapias de la huerta.
CANDIL: Pues
muy presto has venido
para
dejarte en casa y escondido. 1710
DUQUE: ¿Viste,
[Carlos], Leonelo, Otavio, vistes
a
Astolfo? (Ap.) (¡Penas tristes!)
CARLOS: ¿A
Astolfo? Considera que sería
ilusión
de tu ciega fantasía.
DUQUE: Si
el miedo engaña, ¿puedo 1715
yo
engañarme, si yo no tengo miedo?
Yo
he escuchado su voz, su forma he visto,
al
matarme esas luces. Mal resisto
la
cólera.
JULIA:
Y es cierto.
CANDIL: El
anda en pena aquí después de muerto. 1720
LEONELO: Pues
para asegurar tales estremos,
todo
este jardín examinemos.
CARLOS: ¡Ay
de mí! ¿Si por dicha
le
hallan?
ASTOLFO (al paño):
(¡Qué cierta es, ¡cielos! mi desdicha!)
DUQUE: Abierta
está esta cuadra.
CARLOS: Yo
a miralla 1725
el
primero entraré.
ASTOLFO:
(Ap.) (Pues, Carlos, ¡calla!)
CARLOS: (Ap.)
(Sí haré.) Nadie hay aquí.
OTAVIO:
Ni aquí tampoco.
DUQUE: Pues
no fue sueño lo que miro y toco.
Yo
lo he visto y oído;
verdad,
Leonelo, ha sido 1730
–¡qué
desdicha tan fuerte!—
en
el lugar donde le di la muerte.
Vase el DUQUE.
PORCIA: Este
galán fantasma ¿qué pretende?
CANDIL: Que
tengo esposa . . .
PORCIA: ¿Quién?
CANDIL:
La dama duende.
Vase CANDIL.
JULIA: ¿Quién
mis penas ignora? 1735
CARLOS: Julia,
escucha, aunque ver vuelvas agora
a
Astolfo, no te espantes, porque vivo
está
y a verte viene. Esto apercibo
de
paso a tu belleza,
que
no puedo dejar de ir con su alteza. 1740
(Ap.)
( Y no es sino a ver si Amor restaura
tan
tarde la ocasión de ver a Laura.)
[Vase CARLOS.]
JULIA: Carlos,
escucha, détente. [romance
o-o]
no
dejes tan presuroso
por
virrey en mis sentidos 1745
un
asombro de otro asombro.
Astolfo
¿cómo es posible
que
vive? ¿Cómo, di, Astolfo
viene
a verme? ¿Cómo puede
ser
verdad?
Sale ASTOLFO.
ASTOLFO: Escucha
cómo, 1750
ya
que avisada de Carlos,
imposible
dueño hermoso,
estás
y el temor nos deja
en
aqueste jardín solos.
Bien
te acuerdas que a esta esfera 1755
y
aun aqueste sitio propio
celoso
una noche entré,
y
salí muerto. No toco
si
fue lo mismo el salir
muerto
que el entrar celoso, 1760
puesto
que celos y muerte
dicen
mucho que es lo propio
En
los brazos de mi padre
que
me lloraba piadoso,
a
pesar de mi dolor, 1765
el
perdido aliento cobro.
De
la derramada sangre
bañado
cabello y rostro
–tanto
que, corriendo al pecho
en
dos humanos arroyos, 1770
los
ojos y las heridas
equivocaron
lo rojo,
porque
para que dudase
si
la vierto o si la lloro,
de
envidia de las heridas 1775
lloraban
sangre los ojos–,
en
el último aposento,
donde
apenas temeroso
entró
el sol deshecho en rayos,
entró
el aire envuelto en soplos, 1780
me
encerraron, y la cura
de
la huerida fue de modo
que
ni amigo ni crïado
entró
a verme, porque solos
mi
padre y mi hermana fueron 1785
asistiendo
cuidadosos
las
prácticas obedientes
de
un grande físico docto,
que
entraba a verme a deshora,
recatado
y temeroso. 1790
Con
este estudio en mi padre,
en
mi hermana estos ahogos,
este
silencio en mi casa
y
esta ceremonia en todos,
convalecí,
por hacer 1795
a
mis celos este oprobrio
de
no morir a mis celos
o
por darles este enojo
a
mis dichas, pues vivir
un
desdichado no es poco. 1800
Apenas,
pues, nueva vida
mal
restitüido cobro
cuando
mi padre de aquel
voluntario
calabozo
me
saca una noche a escuras, 1805
al
mismo tiempo que oigo
en
otro cuarto en mi casa
tristes
exequias y lloros.
Los
umbrales de una puerta
pavorosamente
toco 1810
cuando
de la otra sale
un
entierro suntüoso.
“¿Quién
es el muerto?” pregunto
a
mi padre, y él, dudoso:
“Tú
eres aquel mismo” dijo; 1815
y
aunque de escuchalle absorto,
conocí
un gozo entre penas
y
vi una pena entre gozos,
de
suerte que, en un instante
breve,
en un espacio corto, 1820
vivo
y muerto por dos puertas
me
miré sacar yo propio.
Era
la estación que ya
el
planeta luminoso,
dejándonos
en la noche, 1825
llevaba
el día a otro polo.
Seguí
a mi padre hasta un monte
de
cuyo seno medroso
disformemente
nacía
el
hurto, el sueño y el ocio. 1830
Aquí,
pues, en una oculta
parte
murada de troncos,
tanto
que aun no penetraba
el
inculto sitio umbroso
el
aire que por defuera 1835
le
andaba acechando solo,
como
para hacer silencio
ceceando
en suspiros roncos.
La
lengua muda, mi padre,
mal
desatada en sollozos, 1840
me
dijo: “Yo he pretendido
no
ver ni llorar, Astolfo,
tu
muerte segunda vez,
porque
dolor tan penoso
no
es dolor para dos veces, 1845
sin
osar ponerle estorbos.
Ofendido
al duque tienes;
violencias
de un poderoso
vénzalas,
hijo, la industria
cuando
el valor puede poco. 1850
Al
rayo que de la nube
preñada
es fatal aborto [Aquí
empiezo a usar la ed. de 1637]
no
le aborta aquella torre
que
es cimera de un escollo,
rebellín
contra los rayos, 1855
está
al reparo de todos,
que
aquella cabaña, aquella
que
en lo ignorado del soto
apenas
el sol la sabe,
sí
que burla los enojos, 1860
porque
lo ignorado más
seguro
está del destrozo
que
lo altivo, que está cerca
lo
eminente de ser polvo.
Húrtale
el cuerpo a la ira, 1865
pues
yo el [medio] te dispongo,
tan
nuevo que abrazo vivo
al
que muerto lloran todos.
Desfigurado
cadáver
es
el que por ti supongo, 1870
en
quien del duque la ira
quiebre
y llegue al desenojo;
que
más allá de la muerte
no
sabe pasar lo heroico.
De
lo mejor de mi hacienda, 1875
reducido
a joyas y oro,
la
mayor parte te entrego.
El
céfiro es perezoso
con
este caballo; en él
sube
y pon tu vida en cobro.” 1880
Dijo,
y callando la lengua,
calló,
y hablando los ojos,
dio
de los pies al caballo,
dejándome
puesto en otro.
Yo,
que en medio de tan nuevos, 1885
tan
raros, tan portentosos
sucesos
dejé lugar
para
ti –que fuera impropio
defeto
que las desdichas
se
levantasen con todo–, 1890
me
acordé de que tenía
Carlos
hecho para otro
fin
una mina en tu casa
–tu
enemigo fue; no ignoro
que
adivines el intento–; 1895
pues
valiéndome animoso
de
su amistad y mi amor,
sin
tu licencia la rompo,
que
es esta, por cuya boca
bosteza
la tierra asombros. 1900
Descubre la cueva.
Por
ella he venido, Julia,
a
desengañarte solo
de
que vivo, si es que vivo
hoy
en tu pecho amoroso;
y
pues tu riesgo y mi riesgo, 1905
si
me estimas, lugar propio
te
da el carro del amor
entre
sus triunfos famoso.
Yo
no puedo ya vivir,
a
que ausentarme es forzoso, 1910
y
más habiendo causado
ya
en tu casa este alboroto.
Vente
conmigo; vivamos
libres
del rayo, que como
viva
yo contigo, Julia, 1915
tendré
a la fortuna en poco.
No
desprecies la ocasión
que
a Dios te iguala en modo:
pues
está en tu mano hacer
de
un desdichado un dichoso; 1920
y
si no, desengañado
de
que han valido tan poco
contigo,
oh hermosa Julia,
estas
lágrimas que lloro,
estos
suspiros que lanzo 1925
y
estas razones que formo,
me
iré donde nunca tengas
noticia
de mí, pues solo
habrá
servido el venir
a
verte de un breve, un corto 1930
paréntesis
de mi muerte;
y
de tu rigor quejoso,
dejándote
a que del duque
seas
sagrado despojo,
volveré
a cerrarle, haciendo 1935
verdad
mi fin lastimoso;
que
si una vez la muerte
el
[s]uyo ha acertado a todos,
a
mí ya de dos la una
¿cómo
podrá errarme, cómo? 1940
JULIA: Astolfo,
señor, mi bien,
dulce
dueño, amado esposo
y
. . . pero todo lo he dicho
con
solo decir Astolfo;
a
mis ojos las albricias 1945
de
tu vida no perdono,
si
bien no te pueden dar
más
que lágrimas mis ojos.
Asombro
tuve y temor
de
verte tan prodigioso 1950
y,
aunque el temor he perdido,
aun
no he perdido el asombro;
que
no es posible que sean
verdad
las dichas que toco
que,
cuanto las sé, por vellas, 1955
por
ser dichas las ignoro.
Tú
vivas feliz los años
que
vive el pájaro solo
que
es, en hoguera de plumas,
hijo
y padre de sí propio; 1960
y
si para que los vivas
algo
a tu lado te importo,
llévame
contigo, y sea
patria
mía el más remoto
clima
donde el sol apenas, 1965
nudo
luciente del globo,
se
deja acechar del dia
o
adonde con raya rojos
no
deja triunfar la noche;
y
ya en estos, y en esotros 1970
viviré
siempre contenta,
que
no quiero más abono
para
la felicidad
que
poder llamarte esposo;
y
así, en tanto que animosa 1975
mi
hacienda y joyas dispongo,
vive
en la casa de Carlos;
que,
aunque por casos honrosos
en
mi enemigo, también
es
tu amigo y bien conozco 1980
que,
si en balanzas iguales
aclaman
un heroico pecho
venganza
y piedad, irá
a
la piedad generoso
y
no a la venganza quien 1985
fuera
ya prudente, y loco
a
la infame cuando está
al
paraje de lo heroico;
y
yo, para asegurarte
tiempo,
que será tan poco 1990
que
aun a ti te lo parezca,
hoy
con estudio ingenioso
haré
cubrir esta boca
con
una trampa, del modo
que
con las plantas y flores 1995
continuando
los adornos
del
jardín, engañar puedan
al
austro, al cierzo y al noto.
Por
aquí a hablarme vendrás
de
noche, sabiendo solo 2000
un
jardinero el secreto,
a
quien fïarle dispongo.
Con
esto y con el temor
que
ya publicado noto,
tendré
cerrado el jardín 2005
todo
el día, porque solo
para
ti de noche abierto
esté
. . .pero ruido oigo;
vete,
Astolfo, no te vuelva
a
ver.
ASTOLFO: Pésame
que el poco 2010
tiempo
no me da lugar
de
agradecerte dichoso
estas
finezas.
JULIA: No
esperes
más.
ASTOLFO: A
la mina me arrojo.
JULIA: Ya
no me da espanto el verla. 2015
ASTOLFO: Viéndote
a ti, a mí tampoco.
JULIA: Y
es justo . . .
ASTOLFO: ¿Qué?
JULIA: Que
antes ya
la
venere.
ASTOLFO:
¿Por qué modo?
JULIA: Porque
es bien que de prodigios
use
Amor tan prodigiosos. 2020
ASTOLFO: ¿Eslo
el tuyo?
JULIA: Y
lo será.
ASTOLFO: Digno
es de lo que te adoro
este
estremo.
JULIA: El
ruido vuelve.
ASTOLFO: Adiós,
Julia.
JULIA: Adiós,
Astolfo.
FIN DE LA JORNADA
SEGUNDA
EL GALÁN FANTASMA
Pedro Calderón de la Barca
JORNADA TERCERA
Salen LEONELO y
ENRIQUE.
LEONELO:
Presto saldrá aquí su alteza. [redondillas] 2025
Aquí
podéis esperar,
que
tiene a solas que hablar
con
vos.
ENRIQUE:
Estraña tristeza
es la mía. ¿No me diréis,
si
vuestra atención lo infiere, 2030
qué
es lo que el duque me quiere?
LEONELO: De
su boca lo sabréis.
Vase LEONELO.
ENRIQUE:
En notable confusión
este
recato me ha puesto.
¿Qué
puede ser, cielos, esto 2035
que
con tanta prevención
le obliga al duque a llamarme?
¡Oh,
cómo siempre el temor
camina
hacia lo peor!
Mas
no hay de qué recelarme. 2040
Si quejoso me imagina
de
su rigor, ¿no será
más
cierto pensar que ya
hacerme
honras determina
que disculpen su rigor? 2045
Sí,
pues que no puede ser
otra
cosa, cuando a ver
llego
que de mi temor
el reparo he conseguido,
tan
cuerda y secretamente 2050
que
de Astolfo, ¡ay de mí!, ausente
aun
yo propio no he sabido.
Pues si ya en salvo su vida
con
su muerte está, en mi estremo
¿qué
recelo ni qué temo? 2055
Nada
a mi valor impida.
Salen LEONELO,
OTAVIO y el DUQUE.
A tus pies estoy; llamado
de
ti, a servirte he venido.
DUQUE: Es
verdad, que yo he querido,
Enrique,
de un gran cuidado 2060
con vos a solas hablar.
ENRIQUE: ¿Cuidado
y conmigo?
DUQUE: Sí,
y
tan estraño . . .
ENRIQUE:
(Ap.) (¡Ay de mí!)
DUQUE: .
. . que si le llego a pensar,
decirle, Enrique, no puedo, 2065
bien
que le puedo sentir,
ni
vos le podréis ya oír
o
sin asombro o sin miedo;
y así, previniendo el pecho
de
que me habéis de escuchar 2070
un
suceso singular
oíd.
ENRIQUE: Mil
cosas sospecho
y ya, aunque mal, las resisto.
DUQUE: Pues
de una vez las publique:
yo
he visto [a] Astolfo, yo, Enrique. 2075
ENRIQUE: ¿Qué
decís?
DUQUE: Que
yo le he visto.
ENRIQUE
(Ap.) (¿Esta fue, ¡ay cielos, qué hare!,
la
ausencia, Astolfo, que hiciste?)
¿Dónde
fue donde le viste?
DUQUE: En
la casa de Julia fue, 2080
donde cada noche va;
que
desde la que le vi,
ninguna
falta de allí;
y
toda Sajonia está
llena de esto; que si vos 2085
no
lo sabéis, habrá sido
porque
a vos nadie ha querido
decirlo.
ENRIQUE: (Ap.)
(¡Válgame Dios!
Mas ¿qué me acobarda tanto?
Todo
mi delito fue 2090
que
dar vida procuré
a
un hijo. Pues ¿qué me espanto,
si el estilo y el secreto
con
que lo dispuse ha sido
haber
guardado y tenido 2095
temor
al duque y respeto?
Pues siendo así, ¿qué me admira
su
enojo? Lo mejor es
decir,
echado a sus pies,
la
verdad desta mentira.) 2100
Grande es el pesar, señor,
y
tan grande que no sé
qué
disculpa, ¡ay de mí!, os dé
que
os pueda sonar mejor
que la verdad. Padre soy 2105
y
vasallo vuestro; así
como
todo procedí
entre
los dos; mas ya estoy
a vuestros pies.
DUQUE:
No me espanto
que
esos estremos hagáis, 2110
si
hablar en esto llegáis.
ENRIQUE: Pues
si no os espanta el llanto,
muévaos también; y el perdón
de
Astolfo, para que tenga
quietud,
de esas manos venga. 2115
DUQUE: Solo
con esa ocasión,
Enrique, os envié a llamar,
porque
su quietud deseo.
ENRIQUE: Dame
tus pies, que bien creo
de
ti un bien tan singular. 2120
DUQUE:
Y así, para que proceda
hoy
cuerda y piadosamente,
como
príncipe prudente,
decidme
vos en qué pueda
mostrar mi piedad. ¿Dejó 2125
deudas
Astolfo? ¿Ha tenido
obligaciones
que han sido
de
restitución? Que yo
a todo quiero salir;
todas
las quiero pagar, 2130
porque
vaya a descansar.
ENRIQUE: (Ap.)
(¿Qué es esto que llego a oír?
De un recelo a otro más grave
discurro.
Pues habla así,
solo
sabe que anda allí, 2135
pero
que vive no sabe.
Pues quédese tan secreto
como
estaba mi cuidado,
que
ya, de todo avisado,
en
mandarlo me prometo 2140
segunda vez, si es que alguna
consejo
admite el amor.)
DUQUE: ¿Qué
decís?
ENRIQUE: Digo,
señor,
que
es infeliz mi fortuna;
pero ya que generoso 2145
su
quietud solicitáis,
ved
que palabra me dais,
como
príncipe piadoso,
de hacer prudente y discreto
cuanto
a ella convenga hoy. 2150
DUQUE: Una
y mil veces la doy.
ENRIQUE: Una
y mil veces la aceto.
DUQUE:
Quietud, descanso y perdón
tendrá
Astolfo. Decid, ¿qué
he
de hacer?
ENRIQUE: Yo
os lo diré 2155
en
llegando la ocasión,
que la quiero examinar
por
no embarazaros, no,
sino
[solo] en lo que yo
no
pudiere remediar. 2160
Vase ENRIQUE.
LEONELO: No
sé si lo has acertado, [romance
i-o]
señor,
en haber creído
tan
fácilmente una sombra,
tan
vanamente un delirio
que
te obligue a que des parte 2165
a
Enrique, pues yo imagino
que
de sola una ilusión
este
escándalo ha nacido.
DUQUE: ¡Oh
qué necio estás, Leonelo!
Si
es verdad que yo le he visto, 2170
si
es verdad que los crïados
de
Julia dicen lo mismo
–porque
desde aquella noche
el
espanto repetido
todas
las demás le ven 2175
venir
a aquel propio sitio–,
¿cómo
es posible que sea
ilusión?
Sale CANDIL.
CANDIL: Y
yo testigo,
que
a la primera pregunta
de
las generales digo 2180
que
no me tocan, por cuanto
ni
soy muerto, ni lo he sido,
ni
quisiera serlo jamás;
y
a la segunda confirmo
que
vi a Astolfo ocularmente 2185
cuando
el dicho Astolfo vino
al
dicho jardín, que estaba
la
dicha Julia y el dicho
Candil
lo firmó, so cargo
del
juramento que fizo. 2190
DUQUE: ¡Oh
necio, con tus frialdades
a
qué mal tiempo has venido!
CANDIL: Siempre
vengo yo a mal tiempo,
pues
ha tanto que te sirvo
de
parlier, y nunca medro. 2195
DUQUE: Calla,
y prosigue.
CANDIL:
Prosigo,
que
en materia de fantasmas
nada
en mi vida he creído,
y
para no serlo ésta,
escucha
un discurso mío: 2200
todas
las noches que viene
esta
sombra que has creído
dicen
que Julia al jardín
baja,
habiendo recogido
su
casa, donde hasta el alba 2205
está,
que aquesto ha sabido
de
Porcia y de otros que están
en
su casa a tu servicio.
Pues
¿cómo es, señor, posible
que
el amor haya rompido 2210
al
más femenil temor
las
prisiones y los grillos
tanto
que hable una mujer
con
un muerto? Doy que ha habido
muertos
que pidan sufragios, 2215
¿es
de sufragios camino
irse
a parlar con su dama
un
muerto enamoradizo?
¡Vive
Dios, que aquí hay engaño!
DUQUE: Bien
a tus razones rindo 2220
la
razón; pero no puedo
los
ojos con que le he visto.
LEONELO: Pues
doy que vino a buscarte.
¿Cómo
solamente vino
al
jardín y no a palacio? 2225
Que
si por el homicidio
te
asombrara, él estuviera
en
cualquier parte contigo.
DUQUE: No,
sino que allí es adonde
repetir
quise el delito, 2230
y
allí se me apareció.
LEONELO: Y
las noches que ha venido
sin
que el delito repitas,
¿a
qué vino? Yo te digo
que,
si tú a Julia tuvieras 2235
fuera
de su jardín mismo,
que
nunca el muerto viniera.
DUQUE: Ya
que estás tan discursivo,
deste
horror que miran todos
¿qué
imaginas?
LEONELO:
¿Qué imagino? 2240
Que
por ponerte pavor
Julia
esta sombra ha fingido
dentro,
señor, de su casa,
pues
con esto ha conseguido
que
tú la dejes en ella. 2245
Y
si no, haz que escondido
me
tenga en el jardín Porcio,
que
yo solo a entrar me obligo
a
averiguarle, y haz tú
que
en aqueste tiempo mismo 2250
falte
Julia del jardín.
Verás
si es cierto o fingido,
pues
ni él él vendrá si ella falta,
ni
irá donde hubiere ido.
DUQUE: Yo
puedo formar discursos 2255
pero
no temer peligros;
y
viendo tú que es engaño
en
mi ofensa concebido,
nadie
le ha de examinar,
Leonelo,
sino yo mismo. 2260
(a
CANDIL) Ve tú a Porcia, y dile a Porcia
que
del jardín el postigo
me
tenga abierto a la noche.
CANDIL: Y
¿con quién hablas?
DUQUE: Contigo.
CANDIL: Yo
no puedo entrar en casa 2265
de
Julia.
DUQUE:
¿Por qué?
CANDIL: Reñido
estoy,
señor, con un muerto.
Por
no sé qué que me dijo
le
puse en la calavera
estos
mandamientos cinco. 2270
Jurómela
en un hueso,
y
temo que haya venido
este
muerto, rey de armas,
a
aplacarme el desafió.
DUQUE: Tú
has de hacer lo que te mando; 2275
yo
me quedaré escondido;
y
mientras que que planta a planta
todo
el jardín examino,
los
dos me retiraréis
a
Julia, a ver si atrevid[o] 2280
desprecia
mi amor portentos,
arrastra
mi amor prodigios.
OTAVIO: Por
que lo más importante
no
se nos olvide, dinos:
si
acaso a Julia sacamos 2285
deste
hermoso laberinto,
¿dónde
la hemos de llevar?
DUQUE: ¿Dónde?
A algún jardín vecino
de
su casa, porque menos
sea
el escándalo y rüido; 2290
y
este será el de Florencio,
el
de Carlos o Fabricio.
Vanse todos. Salen
LUCRECIA, LAURA y CARLOS.
LUCRECIA: Mi
señor sube, señora.
LAURA: ¡Ay
de mí!
CARLOS: ¡Yo
estoy perdido!
¡Que,
una vez que me atreví 2295
a
verte, haya sucedido
tan
mal! ¿Qué haré?
LAURA: Retirarte
a
aqueste retrete mío.
CARLOS: ¡Ah,
cielos! ¡Qué juntos andan
la
ventura y el peligro! 2300
Éntrase CARLOS al
retrete. Sale ENRIQUE.
ENRIQUE: ¿Laura?
LAURA:
¿Señor?
ENRIQUE:
¿Quién está
aquí?
LAURA: Solo
está conmigo
Lucrecia.
ENRIQUE:
Salte allá fuera.
LUCRECIA: (Ap.)
(¡Ay de todos, si le [ha ] visto!)
Vase LUCRECIA.
LAURA: (Ap.
) (¡En qué ciega confusión 2305
están
todos mis sentidos!
¿Mi
padre llorando, ¡ay triste!,
cuando
Carlos está escondido?
Por
no morir de cobarde,
a
hablarle me determino.) 2310
Señor,
¿qué tristeza es esta?
¿Tú,
con dolor repetido,
das
lágrimas a la tierra ,
das
a los vientos suspiros?
¿Qué
es esto, señor, qué tienes? 2315
ENRIQUE: Tengo
penas, tengo un hijo;
y
cada uno para un padre
sois
cuidados infinitos.
Cuando
pensé que de todos
con
Astolfo había salido, 2320
vuelvo
a padecer de nuevo
cuidados,
de padre dignos.
LAURA: ¿Qué
cuidados?
ENRIQUE:
Pues ¿no basta
saber,
Laura, que escondido . . . ?
Déjame,
que hablar no puedo. 2325
LAURA: (Ap.)
( A declararse conmigo
iba,
y a decir que sabe
que
Carlos está escondido
le
volvió a atajar el llanto.)
CARLOS: (Ap.
) (¿Qué he de hacer, cielos benignos?) 2330
ENRIQUE: En
fin, Laura, ¿no es bastante
ver
que amor haya podido
traer
en casa de su dama
un
traidor que me ha ofendido
en
la vida y el honor? 2335
LAURA: (Ap.)
(¿Qué escucho, cielos?)
CARLOS: (Ap.)
(¿Qué miro?)
LAURA: Señor,
tu honor siempre está
más
que el sol luciente y limpio;
que
nadie pudo atreverse
a
turbarle el menor viso. 2340
ENRIQUE: No
está, Laura, pues Astolfo
me
pone a tanto peligro.
LAURA: ¿Quién,
señor?
ENRIQUE:
Astolfo, que
enamorado
ha venido
a
la corte, y en su casa 2345
le
tiene Julia escondido,
donde
le han visto mil gentes,
y
el duque propio le ha visto.
LAURA: (Ap.)
(Eso sí; vuelva mi aliento
otra
vez al pecho mío.) 2350
CARLOS: (Ap.)
(Gracias, oh cielo, te doy,
que
ya sin temor respiro.)
ENRIQUE: Y,
aunque es verdad que por muerto
los
que le ven le han tenido,
es
fuerza desengañarse 2355
de
tan ciego desatino.
Y
así aquesta noche a hablar
a
Julia me determino
y
decir que, si le quiere,
que
le escuse del peligro; 2360
que
restar lo que se ama,
más
que fineza, es delirio.
Que
quien quiso para el daño
muy
groseramente quiso.
LAURA: Aunque
yo no te aconsejo, 2365
lo
que me parece digo,
y
es que no es, señor, razón
que,
enojado y ofendido,
llegues
a hablar una dama
en
cosa de amor tú mismo; 2370
pues
la vergüenza podrá
negarte
lo que has sabido,
que
hay delito que el decirle
más
que el hacerle es delito.
ENRIQUE: ¿Qué
he de hacer? ¿Dejarlo así? 2375
LAURA: Las
mujeres nos decimos
más
fácilmente a nosotras
todo
aquello que sentimos.
Yo
iré a visitar a Julia
y
a dalle de todo aviso; 2380
que
no dudo que ella quiera
más
tenerle ausente vivo
que
verle presente muerto
otra
vez.
ENRIQUE:
Muy bien has dicho;
ve
a visitarla, y sea luego, 2385
porque
aunque ya ha anochecido,
no
importa ir aquestas horas,
que
será tiempo perdido
todo
lo que se dilate;
y
yo, Laura, iré contigo 2390
por
estar siempre a la mira.
En
tanto que yo apercibo
la
silla, ponte tú el manto.
Vase ENRIQUE.
[Sale CARLOS de su escondite.]
LAURA: ¡De
buena habemos salido!
CARLOS: ¿Cómo
que era vivo Astolfo 2395
nunca,
Laura, me habías dicho?
LAURA: Porque
nunca hubo ocasión.
Sale LUCRECIA.
LUCRECIA: Señor
está divertido.
Agora
podrás salir.
CARLOS: Adiós.
LAURA: Adiós,
dueño mío. 2400
CARLOS: De
todo aquesto conviene
ir
a dar a Astolfo aviso.
Vanse todos. Salen
PORCIA y CANDIL.
CANDIL: Porcia,
que todo este nombre [romance
–í]
no
sé cómo cabe en ti,
porque
el cuerpo es muy cristiano 2405
para
nombre tan gentil . . .
PORCIA: Candil
tan sin garabato
en
el hacer y el decir
que,
siendo candil, no eres
de
garabato candil, 2410
a
estas horas a esta casa
¿a
qué vienes?
CANDIL: Oye.
PORCIA: Di.
CANDIL: Ya
tú sabes que sirviente
soy
neutral, como país
de
esquízaros, pues estoy 2415
a
devoción de cien mil.
A
Carlos sirvo porqué
se
quiso servir de mí
por
Laura, de quien crïado
por
concomitancia fui. 2420
Al
duque sirvo por Julia
o
de espía o de adalid;
y
a Julia, porque en efeto
a
Astolfo un tiempo serví,
cuando
éramos de esta casa 2425
él
Beltrán y yo el mastín.
Pues,
siendo así que a los cuatro
servil
soy, y siendo así
que
en siendo servil un hombre
–ello
se dice—es ser vil, 2430
de
parte del duque vengo
solamente
a te decir
–que
es lo mismo que decirte—
que
tengas deste jardín
la
puerta abierta esta noche, 2435
porque
pretende venir
a
examinar el encanto
que
le dicen que anda aquí.
PORCIA: Pues
dile, Candil, al duque
que,
en cuanto a falsear y abrir 2440
la
puerta, que soy crïada,
con
que te digo que sí.
Pero
en cuanto a venir, dile
que
es venir a repetir
aquel
asombro, porqué 2445
desde
la noche infeliz
que
vimos todos a Astolfo,
a
la misma hora en fil
todas
las demás le vemos
pasear
en el jardín. 2450
CANDIL: Debe
de cenar cazuela
en
la otra vida, y así
se
pasea en acabando
de
cenar. Adiós, que en fin
yo
cumplo con avisarte; 2455
tú
cumplirás con abrir,
que
no quiero a sus cazuelas
echarlas
yo el perejil.
JULIA (dentro): ¡Porcia!
PORCIA:
Mi señora llama.
CANDIL: Pues
yo me voy, porque aquí 2460
no
me vea, que no quiero,
pues
el duque ha de venir,
que
en ningún tiempo presuma,
de
vernos hablar ansí,
la
malicia.
PORCIA: Has
dicho bien, 2465
mas
no podrás por ahí
irte
sin verte.
CANDIL: ¿Qué
haré?
PORCIA: Así
podrás.
CANDIL: ¿Cómo
ansí
PORCIA: Detrás
desta puerta estando,
y
volviéndote a salir 2470
en
pasando ella.
CANDIL:
Me place;
pero
¿dónde va, me di,
esta
puerta?
PORCIA: Al
jardín va
donde
Astolfo ha de venir.
CANDIL: Oye,
escucha . . .
Entra CANDIL y
ciérrale PORCIA.
PORCIA: Desta
suerte 2475
hoy
me he de vengar de ti
y
los celos que me has dado
con
Lucrecia.
Sale JULIA.
JULIA : ¡Porcía!
PORCIA:
¿Sí?
JULIA: Apaga
esa luz, que quiero
mis
tristezas divertir 2480
en
el jardín, que ya es hora
que
esté Astolfo en el jardín.
PORCIA: Rehilándome
las piernas
están
de oírtelo decir.
¿Cómo
es posible que tengas 2485
esfuerzo
tan varonil
que,
enamorada de un muerto,
le
vayas a hablar?
JULIA:
En mí
no
hay temor, porque hay amor.
PORCIA: Pues
en mí, señora, sí; 2490
no
hay amor, porque hay temor;
mas
solo aquesto me di:
¿son
cariñosos los muertos?
JULIA: (Ap.)
(Como a nadie descubrí
el
secreto de la mina, 2495
todos
se admiran de mí,
y
cuanto agora es espanto,
si
se llega a descubrir,
será
risa, que así todas
las
fantasmas son al fin.) 2500
Vete,
Porcia, que yo quedo
bien
segura en el jardín
con
un muerto, porque vive
con
el alma que le di.
[Vase JULIA.]
PORCIA: La
puerta cierro, dejando 2505
entre
puertas a Candil,
y
voy por esotro cuarto
la
de esotra calle a abrir
al
duque. Pero ¿qué veo?
¿Quién
en casa se entra así 2510
a
visita a aquestas horas?
Entran LAURA y
ENRIQUE.
LAURA: A
quien le importa venir
a
estas horas, Porcia amiga.
ENRIQUE: Porque
no me vean a mí,
en
la calle, Laura, espero. 2515
No
tengo que te advertir;
ya
sabes lo que has de hacer.
Vase ENRIQUE.
PORCIA: ¿Tú
eres, mi señora?
LAURA: Sí.
¿Adónde
está Julia?
PORCIA: No
te
lo quisiera decir. 2520
LAURA: Pues,
sin que lo digas, basta;
dila
que yo estoy aquí.
PORCIA: Eso
es más dificultoso
el
decírselo yo; en fin,
en
el jardín entró agora. 2525
LAURA: Pues
entra tú en el jardín
y
dila que yo la espero;
que
la importa mucho di.
PORCIA: No
sabes lo que allí anda,
pues
quieres que yo ande allí. 2530
LAURA: Antes,
porque lo sé, vengo
a
ver a Julia, ¡ay de mí!
PORCIA: Pues
si tú vienes por eso,
mejor
es ver y advertir
por
lo que vienes, señora. 2535
Entra
tú y déjame a mí.
LAURA: Dices
bien. (Ap.) (Mejor sucede
que
yo pude prevenir,
pues
no me podrá negar,
si
yo llego a verle allí, 2540
la
verdad, con que pondré
a
tantos temores fin.)
Yo
entraré, Porcia.
PORCIA: Esta
es
la
puerta y, aunque de aquí
al
cenador hay buen trecho, 2545
la
hallarás.
(Éntrase LAURA.)
Voy ahora a abrir
la
de esotra calle al duque.
A
fe, que ha de descubrir
de
aqueste jardín agora
lo
que hay en este jardín, 2550
hallándose
Julia y Porcia,
Leonelo,
el duque y Candil.
Vase PORCIA.
Sale JULIA.
JULIA:
Flores y estrellas, que hermosas
rayo
a rayo competís,
de
noche para alumbrar, 2555
de
día para lucir;
pues
sois del amor más raro
mudos
testigos, decid,
ya
que sola el temor deja
la
esfera deste jardín, 2560
si
aquel venturoso amante,
si
aquel joven infeliz,
fénix
vuestro, pues le vistes
todas
morir y vivir,
me
está esperando a que haga 2565
la
seña para salir
deste
sepulcro que cubre
una
losa de jazmín,
con
tan buen arte dispuesta
que
se ha engañado el abril, 2570
creyendo
que él le engendró
el
sobrepuesto matiz
que
sobre la tierra es cuadro
y
sobre el viento es pensil.
Decidme,
flores, si oyó 2575
esta
muda seña.
Asómase por el
escotillón ASTOLFO.
ASTOLFO: Sí,
que
yo respondo por ellas;
que,
puesto que les debí
a
estas flores alma y voz,
bien
hermoso serafín 2580
destos
jardines, por ellas
podré
hablar, podré sentir.
JULIA: ¡Oh,
nunca, señor, oh nunca
las
cortinas de carmín
corriera
la Aurora al sol 2585
del
pabellón de zafir,
porque
nunca hubiera día.
Fuera
noche para mí
todo
el año, pues las sombras
son
mi estación más feliz. 2590
ASTOLFO: No
dicen, oh dueño hermoso,
esas
finezas que oí
con
los descuidos que veo.
JULIA: ¿Qué
descuidos?
ASTOLFO: Oye.
JULIA : Di.
ASTOLFO:
Yo, Julia hermosa, por verte, [décimas] 2595
una
muerte ya vencida,
tal
pesar hice a mi vida
que
la dispuse a otra muerte.
No
repito de qué suerte
te
vi y te desengañé; 2600
de
mi fe milagro fue,
que
ya a tu deidad consagro,
porque
fuese este milagro
de
tu deidad y mi fe.
Allí a las lágrimas mías, 2605
que
pudieron obligarte,
dijiste
que a cualquier parte
del
mundo me siguirías.
Pasan
noches, pasan días
sin
que te vea llegar, 2610
si
es que pudiste olvidar
verme
llorando pedir,
vuélvete,
Julia, a sentir,
que
yo volveré a llorar.
JULIA:
No importa, ¡ay Astolfo!, no, 2615
que
en pesar, que en rigor tanto
tu
me repitas el llanto,
para
que le acuerde yo.
Oíste
que el cielo d[o]tó
un
peñasco de tan fuerte 2620
seno
que el cristal que vierte,
dando
en una peña, es tal
que,
apar[t]ándose cristal,
luego
en piedra se convierte?
Pues este, cuyos despojos 2625
la
experiencia nos enseña,
mi
pecho tuvo por peña,
cuando
por fuentes tus ojos.
porque
si lloras enojos,
bien
de mi llanto sospecho 2630
que
en mí el mismo efeto ha hecho,
para
que dure inmortal;
pues
tú le lloras cristal
y
es de diamante en mi pecho.
ASTOLFO:
No es, pues no puede durar, 2635
según
a mi amor parece,
pues
ya el escándalo crece
y
nos le han de averiguar.
Si,
arrepentido de dar
esta
palabra se ve 2640
tu
honor, no receles que
yo
la palabra te pida,
que
muerto toda mi vida
desta
suerte te querré.
Por mí no ha de faltar, no, 2645
mi
amor; por ti, Julia, sí;
vénzate
el peligro a ti,
para
que le venza yo.
Si
en ti el afecto faltó,
en
mí eterno persevera. 2650
¿Quieres
ver de qué manera
en
los dos un fuego es?
Pues
persuádete a que ves
una
antocha y una hoguera.
Un mismo fuego las prende, 2655
arden
las dos en su abismo,
y
luego un suspiro mismo
una
apaga y otra enciende;
que
una antorcha no defiende
lo
que defendió una hoguera. 2660
Si
breve luz tu amor era,
el
mío una llama altiva,
no
es mucho que el mío viva
del
soplo que el tuyo muera.
JULIA:
El haberte dilatado 2665
esa
palabra no ha sido
haber
tu llama crecido,
ni
haber la mía espirado;
que
como me ha asegurado
el
ver al duque tan quieto, 2670
el
verte a ti tan secreto,
sin
que esta mina se entienda,
no
he querido de mi hacienda
atropellar
el efeto.
ASTOLFO:
Luego ¿el duque no ha venido 2675
desde
aquella noche?
JULIA: No,
ni
papel ni criado yo
más
de su parte he tenido.
Salen LAURA y
CANDIL [cada uno por su lado].
LAURA: (Ap.)
(El jardín he discurrido . . .)
CANDIL: (Ap.)
(Por todo el jardín he andado . . .) 2680
LAURA: (Ap.)
( . . . y Julia en él no ha topado.)
CANDIL: (Ap.
) ( . . . y hallar puerta dificulto.)
LAURA: (Ap.
) (Aquí hay gente.)
CANDIL:
(Ap. ) (Un negro bulto
viene
por esotro lado.)
LAURA:
(Ap. ) (Un hombre es este que veo; [romance
o-a] 2685
dél
informarme importa,
que
pues está aquí, sabrá
de
Julia, a quien busco absorta.)
¿Quién
va?
CANDIL: (Ap.)
(Sin duda que viene
esta
fantasma de ronda.) 2690
Gente
de paz.
LAURA: ¿Hacia
dónde
está Julia?
CANDIL:
(Ap.) (Cierta cosa,
que
esta es el alma de Astolfo,
pues
que de Julia se informa.)
LAURA: ¿No
respondéis?
CANDIL:
Nunca he sido 2695
respondón
a tales horas.
LAURA: Oídme.
CANDIL:
Tampoco fui oidor.
LAURA: Mirad.
CANDIL:
Ni mirón, señora.
Sale[n] por otra
parte el DUQUE[, LEONELO y OTAVIO.]
DUQUE: Ya
está abierto; entrad pisando
con
plantas tan temerosas 2700
que
aun las sombras no nos sientan,
con
ir pisando las sombras.
ASTOLFO: Escucha,
Julia.
JULIA:
¿Qué tienes,
que
te turba y alborota?
ASTOLFO: ¡Vive
Dios, que en el jardín 2705
por
una parte y por otra
ha
entrado gente!
JULIA:
¿Qué esperas?
A
aquesa mina te arroja.
ASTOLFO: Yo
no me tengo de ir
dejándote,
Julia, sola. 2710
JULIA: No
importa que a mí me vean,
y
a ti sí.
ASTOLFO: ¿Cómo
no importa,
si
es el duque y si pretende . . .
JULIA: Mira
. . .
ASTOLFO: Nada
me propongas,
que
he de esperar, ¡vive Dios!, 2715
con
resolución heroica,
cara
a cara a la fortuna,
antes
que te deje. Toma
por
sagrado mis espaldas.
JULIA: Estas
ramas y estas hojas 2720
nos
oculten hasta ver
con
qué intento se ocasionan.
[Se esconden JULIA
y ASTOLFO.]
LAURA: ¿No
me respondéis?
CANDIL: Dejadme,
fantasma
preguntadora,
que
diera yo por estar 2725
cautivo
en Constantinopla . . .
DUQUE: Por
la escasa luz que apenas
nos
da esa trémula antorcha,
veo
acercarse dos bultos,
y
si bien la vista informa, 2730
son
una mujer y un hombre.
No
hay que esperar otra cosa;
del
modo que está trazado
todo
al punto se disponga.
Retirad
los dos a Julia, 2735
mientras
que yo reconozc[a]
al
hombre. Ya sabéis dónde
la
habéis de llevar.
LEONELO:
Ahora
asistirémoste
a ti.
DUQUE: Solo
obedecer os toca. 2740
(A
CANDIL). Encanto deste jardín . . .
LAURA: (Ap.)
(¡Ay de mí!)
ASTOLFO:
(Ap.) (Julia, oye y nota.)
DUQUE: ¡Vive
Dios, que he de saber
si
eres cuerpo o si eres sombra!
CANDIL: Ni
soy sombra ni soy cuerpo. 2745
OTAVIO: (A
LEONELO) (Lleguemos los dos agora.)
LEONELO: (A
JULIA) Ven tú tras nosotros.
Cogen [LEONELO y
OTAVIO] a LAURA.
LAURA: ¡Cielos
piadosos!
OTAVIO: Ponla
en la boca
un
lienzo, porque no pueda
dar
voces.
DUQUE:
Muy bien se logra, 2750
pues
ya se llevan a Julia.
ASTOLFO: (Ap.)
(¡No llevan!)
CANDIL:
A mí me importa
escaparme.
DUQUE: No
podrás,
aunque
en el centro te escondas.
Huye CANDIL y cae
en la cueva.
CANDIL: ¡Ay,
que me llevan los diablos, 2755
o
se ha errado la tramoya!
DUQUE: ¡Válgame
el cielo!
ASTOLFO: (Ap.)
(En la mina
ha
caído una persona.)
DUQUE: Tragóle
la tierra y puedo
distinguir
mal una boca. 2760
¡Hola!
Traed una luces.
¿No
hay nadie que me responda?
Yo
iré por ella, y vendré
a
ver qué es lo que me asombra.
[Vase el DUQUE.
Salen de su escondite JULIA y ASTOLFO.]
ASTOLFO: Mira
si hubiera hecho bien 2765
en
dejarte, Julia, sola,
pues
de aquí alguna criada,
que
quizás entró curiosa,
presumiendo
que eras tú,
de
nuestros ojos la roban; 2770
y
un hombre ha de descubrir
la
mina.
JULIA:
Estoy temerosa.
ASTOLFO: Es
fuerza en tanto peligro,
pues
si el desengaño tocan,
volverán
por ti.
JULIA: Yo
iré 2775
donde
un retrete me esconda.
Vete
tú y cierra tras ti
con
esa trampa esa boca,
y
al que cayó, con el ruego
haz
que el secreto no rompa. 2780
ASTOLFO: Yo
no tengo de dejarte.
JULIA: Pues
¿qué has de hacer?
ASTOLFO:
Cuando importa
poner
en salvo tu vida,
piérdase
la hacienda toda.
Vente
conmigo.
JULIA:
¿Por dónde, 2785
si
ya los pasos nos toman?
ASTOLFO: Por
esta mina.
JULIA: ¿Yo?
ASTOLFO: Sí.
¡Mal
haya acción tan medrosa!
Perdona,
que las desdichas
no
saben de ceremonias. 2790
Ájese
todo tu aseo,
tu
adorno se descomponga.
Ya
vuelve, tente, entra aprisa,
y
esta violencia perdona,
Julia,
porque no hay respeto 2795
adonde
hay peligro agora;
que
yo saque mis reliquias,
quédese
abrasando Troya.
Entra JULIA
primero [a la mina], y ASTOLFO tras ella, cerrando la boca con la trampa. Sale
por una parte ENRIQUE, y por otra el DUQUE con una luz.
DUQUE: ¿Quién
va? ¿Quién es?
ENRIQUE:
Yo, señor.
DUQUE: Pues
¿qué haces aquí a estas horas? 2800
ENRIQUE: Busco
el prodigio que buscas;
toco
el encanto que tocas.
DUQUE: ¿Viste
un hombre que en la tierra,
desvaneciendo
la sombra,
se
escondió, dejando abierta 2805
una
gruta temerosa?
ENRIQUE: No,
señor. Ilusión fue
cuanto
de Astolfo pregonas.
(Ap.)
(¡Quién divertirle pudiera!)
DUQUE: Bien
de la verdad me informa 2810
ver
que nadie a Julia ampara
cuando
mis gentes la roban;
y
pues que ya en mi poder
está
Julia, y mi amor logra
tal
engaño y desengaño, 2815
¡cante
el amor victoria!)
Vase el DUQUE.
ENRIQUE: Ni
a Julia ni a Laura veo,
ni
en casa quedó persona.
Pues
para salir de tantas
penas,
de tantas congojas, 2820
buscando
a Laura, ¡ay de mí!,
seguir
al duque me importa.
Vase ENRIQUE. Sale
CARLOS.
CARLOS: Por
presto que he venido [silva]
a
avisar de cuanto hoy me ha sucedido
a
Astolfo, habrá pasado 2825
al
jardín de su dama enamorado;
mas
ya está en su aposento,
supuesto
que ya en él el ruido siento.
Vos
seáis bien llegado.
Va a entrar
CARLOS, y al entrar sale CANDIL y encuéntranse, vuelven los dos al tablado.
CANDIL: Mejor
fuera decirme: “Mal llegado”. 2830
CARLOS: ¿Candil?
CANDIL:
¿Señor?
CARLOS: De
verte aquí me espanto.
CANDIL: También
me espanto yo, tanto por tanto,
de
entrar a este aposento.
CARLOS: ¿Cómo,
loco, has tenido atrevimiento,
habiendo
dicho yo que en él no entraras, 2835
ni
quien estaba en él examinaras.
CANDIL: ¡Solo
que ahora me riñas me ha faltado!
Yo,
aunque dél he salido, en él no he entrado,
porque
no sé por dónde aquí he venido;
y
no sé cómo he entrado ni he salido; 2840
porque
en este instante –¡pena brava!—
en
el jardín de Julia — ¡ay Dios!—estaba,
y
con trabajo siempre aqueste atajo;
porque
al fin no hay atajo sin trabajo,
pues
la vida me cuesta la venida. 2845
CARLOS: Y
si lo dices, costará otra vida.
CANDIL: Yo
callaré.
CARLOS: ¿Qué
habrá allá sucedido?
Pero
¿qué ruido es este [que se ha oído?]
CANDIL: A
un tiempo a las dos puertas han llamado.
CARLOS: ¿Cuál,
cielos, ha de abrir? Estoy turbado. 2850
Pero
esta sea primero,
porque
Astolfo que llame aquí no quiero
cuando
hay gente de fuera.
(A
CANDIL) A cuanto vieres, calla.
CANDIL:
¡Quién pudiera!
Abre CARLOS la
puerta donde llama ASTOLFO.
ASTOLFO: ¿Carlos?
CARLOS:
Sí. ¿Qué ha sucedido? [verso deficiente] 2855
ASTOLFO: Vengo,
amigo, mortal; vengo perdido.
¿Algún
hombre, por dicha, aquí ha pasado?
CARLOS: Sí,
Candil.
ASTOLFO:
Si era él, perdí un cuidado.
CANDIL: Y
yo hallé dos.
ASTOLFO: Agora
dete[ne]rme
no
puedo, que es preciso –¡ay Dios!—volverme, 2860
por
si he dejado mal cerrada acaso
la
mina, que a mi vida ha dado paso;
y
a ver si alguien me sigue,
porque
a poner en cobro a Julia obligue.
En
tanto que a inquirirlo me resuelvo, 2865
tened
a Julia aquí, que luego vuelvo.
Vase ASTOLFO.
CANDIL: (Ap.)
(Ellos para pasar solo imagino
que
esperaron que abriera yo el camino.)
CARLOS: Pues
¿qué es esto, señora?
JULIA: Carlos,
desdichas mías –¿quién lo ignora?– 2870
que
mi estrella concierta.
Yo
. . .
Llaman a la puerta.
Mas
mirad quién llama a aquella puerta.
CARLOS: No
os receléis de nada.
CANDIL: Recelaos
de todo.
CARLOS: Retirada
estad.
¿Quién ha llamado 2875
así?
[CARLOS] esconde a
JULIA, y abre donde llamaron. Entran LEONELO y LAURA cubierta con manto y
tapada.
LEONELO: Yo,
Carlos, soy; con un cuidado
que
conmigo os envía
el
duque, que de vos no más le fía;
porque,
habiéndo dicho que trujera
a
Julia, a quien robó, donde estuviera 2880
más
segura y mejor, mientras que pasa
el
ruido, yo he elegido vuestra casa
entre
las que nombró, por ser soltero,
su
crïado, mi amigo y caballero;
y
mientras a buscarle me resuelvo, 2885
tened
a Julia aquí, que luego vuelvo.
CARLOS: Oíd.
LEONELO: No
puedo.
Entrándose dice
[LEONELO] el verso.
JULIA (dentro): (Ap.)
(¿A Julia dijo? ¡Cielos!)
CARLOS: (Ap.)
(¿Dos Julias hay?)
LAURA:
(Ap.) (En tantos desconsuelos,
no
puedo hablar, y aun con temor respiro.)
CARLOS: ¡En
qué gran confusión –¡ay Dios!—me miro, 2890
a
un tiempo de dos Julias entregado.
Mudo
estoy, ciego estoy.
CANDIL:
Y endemoniado.
CARLOS: Una
de mi amistad Astolfo fía;
otra
Leonelo de la lealtad mía;
y
cuando con las dos ansí me veo, 2895
la
una a mis ojos solamente creo,
que
es la que manifiesta su hermosura,
no
la que oculta aquella nube obscura;
y,
viendo así a las dos, bien he creído
que
el cuerpo con la sombra me han traído; 2900
pues
si esta es Julia y esta se lo nombra,
este
es el cuerpo, sí, y esta es la sombra.
¿Quién
eres tú, que a darme temores vienes?
Descúbrese LAURA.
LAURA: Yo,
Carlos, soy la que en tu casa tienes.
CARLOS: ¿Laura?
LAURA: Sí.
Si eres noble, eres amante, 2905
socórreme
en desdicha semejante,
pues
debes a tu fama
en
todo trance socorrer tu dama.
JULIA (dentro): ¿Quién
aquella será? ¡Pierdo el sentido!
LAURA: Por
yerro de la casa me han traído 2910
de
Julia. Hablar no pude, muda estaba.
Lo
que has de hacer de discurrir acaba.
CARLOS: (Ap.)
(Mal mi pena resisto.
¿Quién
en tal confusión jamás se ha visto?
Si
a Julia al duque entrego, 2915
a
Astolfo lo que él mismo me dio niego;
pues
Laura, a quien yo quiero,
no
la he de dar o he de morir primero.)
[Llégase JULIA
a CARLOS.]
JULIA: ¿Qué
es lo que estás pensando?
LAURA: ¿Qué
estás imaginando? 2920
JULIA: Con
mi esposo he venido;
con
él he de volver.
LAURA: Mi
amante has sido;
contigo
he de librarme.
JULIA: Al
duque tú no puedes entregarme.
LAURA: Al
duque tú no puedes ofrecerme. 2925
CARLOS: ¡Vive
Dios, que no sé lo que he de hacerme!
Sale ASTOLFO.
ASTOLFO: Carlos,
seguro está todo; [romance
a-a]
ninguno
en el jardín anda.
LAURA [(tapándose)]: (Ap.)
(¡Cielos! ¿Este no es mi hermano?
Penas
a penas se llaman.) 2930
CANDIL: (Ap.)
(Él desde esta a la otra vida
va
y viene como a su casa.)
ASTOLFO: Nadie
nos sigue, y pues es
la
presteza de importancia,
haznos
poner dos caballos, 2935
que
antes que amanezca el alba
con
Julia he de estar en tierras
del
gran César de Alemania;
y
Candil se ha de ir conmigo.
CANDIL: Antes
me iré noramala. 2940
ASTOLFO: No
hay noche, no, más segura;
ven
presto.
CARLOS: Detente,
aguarda;
porque
empiezan tus desdichas
en
el término que acaban;
y
hay nuevos pesares ya 2945
en
un instante que faltas.
LAURA: ¿Cómo
nunca me dijiste
que
estaba Astolfo en tu casa?
CARLOS: Como
nunca hubo ocasión.
ASTOLFO: Pues
¿cómo en decirlo tardas? 2950
CARLOS: Crïados
del duque, al tiempo
que
tú llamaste, llamaban
a
otra puerta para un fin
con
dos acciones contrarias.
Fuístete,
y entraron ellos 2955
a
entregarme aquesta dama,
diciéndome
que era Julia,
que
la trujeron robada.
No
quisieron escucharme
y,
sin mirarla a la cara, 2960
me
hicieron despositario
de
otra Julia duplicada.
¿Cómo
es posible que yo
de
tan gran empeño salga?
ASTOLFO: Con
darles la que te dieron 2965
no
estás obligado a nada,
y
pues yo solo te pido
la
que te entregué, así basta
dar
a ellos la que te entregan.
Llore
engaños quien se engaña, 2970
mas
no los llore quien trujo
desengaños
a su casa.
CARLOS: Bien
pensarás que con eso
todas
tus desdichas paran.
Yo
lo haré, mas considera, 2975
Astolfo,
lo que me mandas;
pues
por reservar a Julia
quieres
que le entregue a Laura.
Descúbrese LAURA.
Mira
ahora si te está bien
que
le dé al duque a tu hermana. 2980
ASTOLFO: ¡Caiga
el cielo sobre mí,
pues
ya la tierra me falta!
Laura,
¿tú aquí?
LAURA:
Yo, viniendo
a
buscarte, hermano, en casa
de
Julia . . .
[Llaman a la
puerta.]
CARLOS: ¿Qué
hemos de hacer, 2985
porque
ya a la puerta llaman?
ASTOLFO: Morir,
antes que yo entregue
a
Julia, Carlos, ni a Laura;
que
una hermana y otra esposa,
son
dos mitades del alma, 2990
son
dos todos del honor,
y
he de defender a entrambas.
CARLOS: ¿Qué
disculpa he de dar yo,
si
aun la que me dan les falta,
y
es aña dir riesgo a riesgo 2995
defenderlas
tú en mi casa?
ASTOLFO: ¡Oh,
cuánto, Carlos, tu vida
aquí
las manos me ata!
Pero
dime, ¿qué he de hacer
en
ocasión tan extraña? 3000
CARLOS: Dejar
a Laura, en quien hoy
no
está la ofensa tan clara,
pues,
desengañado el duque,
supuesto
que no la ama,
la
dejará; y si quisiere, 3005
por
tomar de ti venganza,
ofender
tu honor, entonces
muramos
en su demanda.
De
suerte que en esto vamos
a
vivir con esperanza, 3010
y
en esotro desde luego
a
morir.
ASTOLFO: ¡Que
un lance haya
tal
que es el menor peligro
aventurar
una hermana!
Mas
cuando bien nos suceda, 3015
damos
término a las ansias,
pues
de agora para luego
remitimos
la desgracia.
Escónde[n]se JULIA
y ASTOLFO.
CANDIL: (Ap.)
(Yo estoy hecho treinta bobos,
que
uno solo no me falta.) 3020
Abre CARLOS la
puerta y . . . salen el DUQUE, LEONELO y OTAVIO.
LEONELO: ¿Ves,
señor, ves cómo era
todo
engaño el fantasma,
pues
nadie a Julia defiende?
DUQUE: De
haberla traído a casa
de
Carlos ¡qué bien hiciste! 3025
CARLOS: Yo
estoy, señor, a tus plantas.
DUQUE: ¿Dónde,
[Carlos,] está Julia?
CARLOS: A
quien le dan una carta
dicen
q ue no ha de saber
si
está escrita o está blanca. 3030
Esta
dama me entregaron;
yo
pago con esta dama.
Si
es Julia o no, no lo sé,
que
no osó romper mi fama
la
sutil nema del manto 3035
que
la ha cubierto la cara.
DUQUE: Ni
yo te pregunto más,
pues
tú con esta me pagas.
Ya,
Julia, de tus rigores
ha
llegado la venganza. 3040
¿Dónde
está el muerto fingido
que
te defiende y te guarda.
Descúbrese LAURA.
LAURA: Antes
que hable más tu alteza,
sepa,
señor, con quién habla,
porque
no soy Julia yo. 3045
DUQUE: ¿Hay
confusiones más raras?
Pues
¿qué nuevo engaño es este,
Leonelo?
LEONELO:
Carlos te engaña ,
que
yo a Julia le entregué,
a
quien truje de su casa; 3050
porque
fue amigo de Astolfo,
por
esconderla y librarla,
otra
mujer ha supuesto.
LAURA: No
ha supuesto, que yo estaba
en
los jardines de Julia. 3055
CARLOS: Tu
malicia o tu ignorancia
te
convenza, pues si dices
que
mi amistad eso traza,
dime:
si fuera amistad,
por
reservarle la dama, 3060
Leonelo,
a un amigo muerto,
no
reservarle la hermana.
LEONELO: Sí,
pues en ella no hay riesgo,
pues
el duque no la ama.
En
fin yo te entregué a Julia, 3065
y
tú la escondes y guardas.
Pues
si él la tiene escondida,
mientras
tú al duque buscabas,
guardé
la puerta y ninguno
salió.
DUQUE: Pues
mirad la casa. 3070
CARLOS: Señor,
yo . . .
DUQUE: Tu
turbación
es
la evidencia más clara.
LEONELO: Yo
entraré a verla.
Entra dentro
LEONELO.
CARLOS: (Ap.)
(¡Ay de mí!)
LAURA: (Ap.)
(Sin duda que a Astolfo hallan.)
CANDIL: (Ap.)
(¡Cuál han de salir si topan 3075
adentro
con la fantasma!)
Sale ENRIQUE.
ENRIQUE: (Ap.)
(Siempre a la mira del duque,
llena
de asombros el alma
he
andado, y no puedo ya
vivir
sin ver lo que pasa, 3080
que
tengo el alma pendiente
de
un hilo hasta ver a Laura.
LEONELO (dentro): ¡Válgame
el cielo!
DUQUE:
¿Qué es esto?
Sale LEONELO.
LEONELO: ¡Ay,
señor, mi vida ampara!
DUQUE: ¿Qué
tienes?
LEONELO: Julia
–¡ay de mí!— 3085
está
dentro desta sala.
DUQUE: Teniendo
a Julia escondida,
tú
con esotra me engañas.
Mas
¿qué os asombra?
LEONELO:
Détente,
no
entres, no entres a mirarla, 3090
porque
a su lado, señor,
está
Astolfo que la guarda.
Verdad
es, que el cielo quiere
de
ti, señor, ampararla,
pues
aquí no puede ser 3095
fingimiento
la amenaza.
ENRIQUE: (Ap.)
(¿Aquí está Astolfo? ¿Qué haré,
si
el duque de verle trata?)
DUQUE: ¡Vive
Dios, que yo he de verlo,
que
nada a mí me acobarda! 3100
CARLOS: No
entres, señor, no examines
secretos
que el cielo guarda.
DUQUE: ¿Cómo
no, si a mi valor
nada
le admira ni espanta?
ASTOLFO: (A
JULIA.) No me detengas, que ya 3105
no
hay que reparar en nada.
(Al
DUQUE.) Détente, señor, y mira
que
soberbio al cielo agravias.
DUQUE: Absorto
de verte, apenas
puedo
ya mover las plantas. 3110
¿Qué
me quieres, qué me quieres?
ENRIQUE: Que
le cumplas la palabra
que
me has dado, que es hacer
diligencias
con que vaya
ya
perdonado por ti. 3115
DUQUE: Ya
la di, y no he de quebrarla.
Aunque
ofendido pudiera
quejarme
de injurias tantas
[como
de vuestra osadía]
me
advierte y me desengaña, 3120
valgo
yo más que yo mismo.
Del
suelo, Astolfo, levanta;
y
porque si, siempre que vea
tu
persona, es fuerza que haga
la
memoria deste caso 3125
en
el semblante mudanza,
con
Julia casado quiero
que
de mi corte te vayas.
CARLOS: Yo,
que hice por un amigo,
oh
señor, finezas tantas 3130
que
para su amor di paso
desde
mi casa a su casa,
merezca
de ti perdón.
DUQUE: Dándole
la mano a Laura.
CANDIL: Yo,
que pasé tantos sustos, 3135
no
quiero de nadie nada
sino
de los mosqueteros
el
perdón de nuestras faltas,
para
que con esto fin
demos
a la gran fantasma. 3140
FIN DE LA COMEDIA